Santa Catalina de Siena |
Se encuentra enferma, toda hinchada, incapaz de salir de casa, pero sabe que hay una mujer viuda pobrísima, que tienen niñas y niños que saciar. Santa Catalina de Siena hace un gran esfuerzo, se levanta y, cuando aún no ha amanecido y en su casa duermen todos, sale con comida para aquella familia.
De repente se siente ligera, pero según avanza cada vez se le hace más pesada la carga de las provisiones y de la enfermedad, hasta el punto de parecerle que ya no va a poder seguir adelante. Logra llegar al tugurio arrastrándose como puede, descarga los víveres e intenta marcharse sin que se enteren, pero hace ruido sin querer y despierta a la mísera ama de casa. Catalina quiere huir y no tiene fuerzas. Entonces, se queja filialmente al Señor:
-¿Quieres hacer saber mis tonterías a cuantos hay aquí?
Luego ordena al cuerpo hacer un nuevo esfuerzo:
-¡Camina, aunque tengas que morir!
Casi a cuatro patas se arrastra fuera, pero la beneficiada logra reconocerla
Cfr. G. Papàsogli, Catalina de Siena, Reformadora de la Iglesia
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