viernes, 22 de enero de 2016

Una generación pasada de rosca

   
   Nínive, ciudad de depravadas costumbres. Sus habitantes habían vuelto la espalda a Dios, prefiriendo vivir perdidamente atraídos por la voluptuosidad de los placeres. Jonás se asusta ante el cometido profético que recibe: anunciar la conversión a los ninivitas. Hará todo lo posible por huir del escenario escogido por Dios para él; no obstante, resultará imposible escapar del querer de Dios.

    Arrojado al agua y devuelto a la orilla por el cetáceo, predicó la buena noticia de la conversión en la gran ciudad, ganando el favor del rey y de los ciudadanos. La urbe se salvó de la ira de Dios por la predicación de Jonás.


   Nuestro Señor cita también en el evangelio de hoy a la reina del Sur. De ella sabemos que se presentó en Jerusalén para visitar a Salomón, cargada de innumerables y valiosos presentes. Después de un tiempo en la capital hebrea, volvió a su país con múltiples regalos e impresionada por la sabiduría de Salomón.

   Tanto la reina como los ninivitas reconocieron la verdad de cuanto se les presentaba delante: la palabra de Jonás, la sabiduría de Salomón. Su conducta resulta por ello particularmente ejemplar, y contrasta con el modo de actuar de los contemporáneos de Jesús. Ellos no creyeron en su palabra, aun cuando es mucho más que Jonás. Ellos no se fiaron de la sabiduría del Cristo, aun siendo mucho más sabio de Salomón. Tal circunstancia no resultó indiferente al parecer de Cristo, que califica su generación como perversa.

Si repasamos todos los elementos que hasta ahora hemos considerado, nos damos cuenta de que Jesús hace un juicio muy concreto sobre la historia. Pone por ejemplo a pecadores que fueron capaces de escuchar la voz de Dios, tales como los ninivitas o la reina de Saba. Y condena duramente a quienes se niegan a reconocer los signos de patente amor y misericordia que se presentan ante sus ojos.

El Papa Francisco también hizo su particular juicio sobre la generación del siglo XXI. En un encuentro con jóvenes argentinos durante la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro, afirmó con un lenguaje coloquial: «yo pienso que, en este momento, esta civilización mundial se pasó de rosca, se pasó de rosca, porque es tal el culto que ha hecho al dios dinero, que estamos presenciando una filosofía y una praxis de exclusión de los dos polos de la vida»[1].

¿Es el bienestar el único objetivo de la vida (ausencia de enfermedad, estómago lleno y cuentas al día)? ¿No me habré pasado yo también un poquito de rosca al poner demasiada atención en el dinero y la comodidad?

Nuestra época tiene los ojos puestos en sí misma; en la contemplación del propio cuerpo y de las propias capacidades. Lo enseñan las madres a las hijas, cuando les educan a vestirse más para ser miradas que amadas. Lo muestran los docentes, cuando desprecian la cultura que lleva a la reflexión e imponen el pragmatismo que conduce al enriquecimiento vano.

¿En qué cosas estamos habitualmente ocupados? Resulta útil confeccionar una lista que ponga en evidencia si nuestras preocupaciones orbitan en torno a las enumeradas: propios sentimientos, emociones o estados de ánimo. Tales ocupaciones no constituyen el centro de la vida espiritual y apartan al hombre de su natural deseo de felicidad.

Pongamos negro sobre blanco todas esas vanas consideraciones que tanto nos alejan de un espíritu profundo y lleno de amor; que tanto nos apartan de poner nuestra mirada en Cristo Jesús.

El Papa, en encuentro con los jóvenes argentinos, revelaba sus esperanzas en términos muy coloquiales. «Quisiera decir una cosa: ¿qué es lo que espero como consecuencia de la Jornada de la Juventud? Espero lío. Que acá adentro va a haber lío, va a haber. Que acá en Río va a haber lío, va a haber. Pero quiero lío en las diócesis, quiero que se salga afuera»[2].

No hay mayor lío que el de aquellos que son capaces de poner una mirada llena de amor en Dios mismo. El hombre o la mujer que contempla a Dios con reverencia mira al hermano con caridad. Y arma lío: porque no tolera la injusticia, porque no pacta con la mediocridad.

¡Hagamos el esfuerzo de mirar a Cristo muchas veces al día, poniendo nuestros ojos en el iniciador y consumador de nuestra fe!

EVANGELIO

San Lucas 11, 29-32

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús y él se puso a decirles: Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del Hombre para esta generación.
Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esa generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.

[1] Papa Francisco, Encuentro con jóvenes argentinos (25-07-2013).
[2] Papa Francisco, Encuentro con jóvenes argentinos (25-07-2013).

Fulgencio Espá, Con Él, octubre 2013

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