miércoles, 12 de abril de 2017

...y el Gran Poder fue a verle a su casa

Era allá por 1965 uno de los famosos del barrio un delantero ya retirado del Sevilla FC llamado Juan Araujo. El jugador, tras retirarse del fútbol, había montado un garaje para reparación de coches en los aledaños de la Parroquia de la Concepción
El hombre había sufrido el mayor dolor que puede sufrir un padre: la muerte de un hijo. Tras acudir en repetidas ocasiones a la Basílica de San Lorenzo e implorar la salvación de su vástago, la muerte se llevó al hijo de Juan Araujo tras una larga enfermedad. Araujo nunca se lo perdonó al Señor de Sevilla, y dicen que el futbolista renegó de volver a la basílica, diciéndole al Gran Poder que si quería verlo, que viniera él a su casa.

Lo cierto es que aquel año se celebraban en Sevilla las llamadas Misiones Populares. Las imágenes veneradas en el casco histórico salían por primera vez extramuros para reavivar la fe de los sevillanos que vivían en los barrios jóvenes. Quiso la suerte que al Gran Poder le correspondiera la visita al barrio de Nervión. El Señor de Sevilla entraba a Nervión por Luis Montoto, con parada en San Benito, donde la corporación fue fundada -sorpresa, no fue en San Lorenzo- en 1431, y llegó hasta el Hospital de San Juan de Dios. 
Pero Sevilla es caprichosa, y aquella tarde comenzó a llover en nuestro distrito. El Señor del Gran Poder buscó refugio en la Parroquia de la Concepción, pero el templo estaba cerrado. Fue entonces cuando llamaron a un garaje por el que cabían las andas para refugiarse en su interior. Cuando el dueño del garaje, Juan Araujo, abrió las puertas, se encontró con el Gran Poder de frente, en la puerta de su casa. Arrepentido por el desafío, cayó de rodillas rendido ante la imagen del Señor.
nervionaldia.com

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