martes, 30 de mayo de 2017

¿Es posible la revelación divina?

Un gran filósofo de la antigüedad como Platón –vivió varios siglos antes de Cristo-, que buscó durante mucho tiempo y seriamente una respuesta a las grandes cuestiones del hombre, razona de este modo: 

“A mí me parece, Sócrates, y quizá también a ti, que en la vida presente la verdad sobre estas cosas no puede alcanzarse en modo alguno o sólo con grandísima dificultad, pero pienso que es una vileza no estudiar con respeto todo lo que se ha dicho a este propósito y abandonar la búsqueda antes de haber probado todos los medios.


Porque en estas cosas, una de dos:

o se consigue conocer su naturaleza, o si esto no se logra, 
o se consigue aplicarse al mejor y más seguro entre los argumentos humanos y con éste, como sobre una barca, intentar la travesía del piélago; 

a no ser que se pueda con más sosiego y menor peligro hacer la travesía con un transporte más sólido, es decir, con la ayuda de la palabra revelada de un dios”[1].

Platón, como otros pensadores y filósofos después de él, estaba pues abierto a la posibilidad de una revelación divina como modo de llegar a esas respuestas últimas sobre el mundo y el hombre. El sentido religioso evita que el hombre cierre precipitadamente el mundo a la trascendencia. Pero esta apertura es seria. No se trata simplemente de rellenar de cualquier manera el hueco del puzzle que la existencia humana encuentra cuando necesita dar respuesta a sus grandes cuestiones. No sería razonable admitir la religión como un consuelo vacío, puramente sentimental, carente de respuestas, sin un contenido objetivo y verdadero que responda a esa necesidad del hombre. 

El hombre debe estar abierto a la posibilidad de que se le revele un ser que se encuentre más allá del mismo hombre, un ser trascendente causa y conocedor de los enigmas del hombre. Encontramos en el hombre una fuerza que constantemente le impulsa, desde su interior, a buscar una verdad trascendente; esta fuerza es a la que nos referimos con el término ‘sentido religioso’.

Ahora bien, ¿resulta posible al hombre conocer esa verdad trascendente?  Platón ha contestado:  “estudiar con respeto todo lo que se ha dicho a este propósito”, y no “abandonar la búsqueda antes de haber probado todos los medios”, pues es posible que podamos “hacer la travesía con un transporte más sólido, es decir, con la ayuda de la palabra revelada de un dios”.

(1) Platón, Fedón, c. 35.

Jose Pedro Manglano, El sentido de la vida




No hay comentarios:

Publicar un comentario