lunes, 2 de agosto de 2010

Era un buen hombre, un gran señor... y mi maestro de vida

          Hace 40 años, de niño, en misa, en la parroquia de Vivendes del Congrés, yo veía en el banco de al lado a un niño distinto. Sus padres no se avergonzaban de él.Hoy he sabido de aquel niño: se llamaba Marcel-li, y ha muerto hace poco. 

          Su padre me habla de él con admiración: era "un buen hombre, un gran señor... y mi maestro de vida".Se fotografía con una foto de Marcel-li junto a su nieto adoptivo (también Down), la novia de Marcel-li y otros amigos del centro OSAS del Congrés.

          Su consejo para tratar a estos chicos: "Darles libertad, responsabilidad, consideración y cariño". Es uno de esos hombres buenos con los que a veces te cruzas por la vida.


Os invito a leer la entrevista a Víctor Almela, padre de Marcel-li:


Tengo 81 años. Nací en Almacelles y vivo en Barcelona. He sido impresor desde los 14 años hasta jubilarme. Soy viudo, hemos tenido cuatro hijos: el mayor, Marcel-li, síndrome de Down, ha muerto hace poco a los 50 años. Soy apolítico y católico.
¿Cuándo nació su hijo?
Marcel-li nació el 2 de junio de 1959. Murió el pasado año, con 50 años. Cuando tenía tres meses, el médico pronosticó que viviría diez años. Mi mujer rompió a llorar...
¿Qué tenía Marcel-li?
"Mongolismo". Hoy, síndrome de Down. Al médico le costó decírnoslo. En aquel tiempo, los padres los ocultaban...
¿Cómo se lo tomaron ustedes?
Recuerdo que al salir de la consulta le dije a mi mujer: "Si a un niño le mimas, se atonta". Y decidimos darle una educación exigente.
¿En qué sentido?
No fuimos consentidores: si Marcel-li quería algo, tenía que pedirlo, y nombrar cada cosa por su nombre. ¡Acabó expresándose muy bien! Si se comportaba mal, le reñíamos. Si había que castigarle, lo hacíamos. ¡Como a cualquier otro niño! Como a los otros tres hijos que después tuvimos.
¿Recibían ayuda de alguien?
No. ¡Era como si esos chicos no existieran! Yo salía a la calle buscando a otros niños como el mío, por compartir impresiones con los padres y aprender: ¡no vi ni uno! Hasta 1962 no encontré a una familia, que tenía a su hijo Down escondido en casa...
¿Y qué hizo?
Desde los 14 años yo había tenido que ponerme a trabajar, no tenía estudios..., pero seguí mi intuición: había que darles a esos chicos la mejor formación, me moví para conseguir ayudas que permitieran escolarizarlos. 

ALMUDÍ
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