martes, 30 de abril de 2019

Confesar el "pastel" te deja contento

Un niño visitaba a sus abuelos en su finca.
Le habían dado un tirachinas para que jugara en el bosque. Él había escogido piedras y, por mucho que practicaba, nunca daba en el blanco. Al fin, desanimado y cansado, volvía hacia su casa para cenar, cuando se encontró en el camino al pato favorito de su abuela. 

En un momento de impulso lanzó una piedra, y le dio directamente a la cabeza. El pato murio al instante. El niño se espantó y por el miedo que tenía, escondió el pato muerto debajo de un haz de madera. Entonces se dio cuenta de que su hermana Silvia lo había visto todo. Pero no dijo nada.
Ese día, después del almuerzo, la abuela pidió a Silvia que lavara los platos
– «Silvia vamos a lavar los platos».
Pero Silvia respondió, «Abuelita, Juanito quería ayudarte en la cocina.» Miró a su hermano y le susurró «Qué ¿ te acuerdas del pato?». Juanito, sintiéndose chantajeado, asintió con la cabeza y se fue a lavar los platos.
Más tarde el abuelo le preguntó a los niños si querían irse de pesca. Pero la abuela observó, «Lo siento pero necesito que Silvia se quede y me ayude a preparar la cena». Silvia sonrió y dijo, «Vale, pero Juanito me dijo que él te quería ayudar.»
De nuevo le susurró al hermano, «¿Recuerdas el pato?»
Así que Silvia se fue a pescar y Juanito se quedó ayudando en la casa.
Fueron varios días haciendo los quehaceres de Silvia y, a la vez, los suyos. Juanito no pudo aguantar más, y se aproximó a su abuela y le confesó que había matado el pato.
La abuela lo abrazó y le dijo, » ya lo sabía, cariño. Vi todo desde la ventana. Tú mismo te hiciste esclavo de Silvia, por que tuviste miedo en confiarme tu problema. Yo te quiero mucho y te perdono; sólo esperaba que fueras honesto conmigo y me lo contaras todo, para liberarte del chantaje de Silvia.»

anecdonet.com
Juan Ramón Domínguez Palacios

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