Cómo Dominic y Winni, de Hong Kong, se enfrentaron al Covid-19 juntos en el hospital y lograron salir adelante.
"Sr. Lee, el resultado de la prueba ha llegado; es muy probable que le diagnostiquen Covid-19; estamos esperando los resultados de una segunda prueba para estar seguros". Esta noticia me sorprendió enormemente. Apenas logré hacer una pregunta para romper el largo e incómodo silencio: "¿Cuál es mi probabilidad de supervivencia?"
El doctor respondió rápidamente: "No pienses en eso por ahora, debes concentrarte en cómo vencer al virus en este momento". De este modo me diagnosticaron oficialmente el virus Covid-19 en marzo de 2020 después de dos semanas de vacaciones en Canadá. La misma habitación en la que pensé que sólo me quedaría un par de horas, se convirtió en mi alojamiento durante los siguientes 47 días.
Asistiendo a la Misa "online" usando un iPad
Una noticia que me tomó por sorpresa
He de reconocer que tenía bastante miedo. Winni y yo acabábamos de comprarnos nuestra primera casa en Canadá y estábamos llenos de proyectos y sueños. La noticia del Covid-19 me pilló por sorpresa y produjo en mi interior un cierto desasosiego. Comencé a hacerme muchas preguntas y a ponerme en lo peor… Llamé a mi director espiritual y le conté mi situación. Fue muy comprensivo y me dijo que estuviera en paz. Sólo entonces recordé que Jesús siempre había estado a mi lado, dando cada pequeño paso conmigo en mi viaje de la vida. Sentí un breve momento de tranquilidad al saber que Él estaba conmigo para pasar por esto juntos.
WINNI Y YO ACABÁBAMOS DE COMPRARNOS NUESTRA PRIMERA CASA EN CANADÁ Y ESTÁBAMOS LLENOS DE PROYECTOS Y SUEÑOS
Winni también contrajo el virus y fue asignada a su propia sala de aislamiento frente a la mía. Al principio no podíamos comunicarnos el uno con el otro. Un día, a medianoche, noté que había un atisbo de luz en la habitación opuesta que salía de la ventana de la puerta opuesta a la mía. Llamé a Winni para que se parara cerca de la puerta, y vi un perfil humano. Empezó a sollozar y me preguntó: "¿Moriremos? No quiero perderte, quiero volver a ver a mi familia; fue todo culpa mía, no debí haber propuesto ese viaje". Cuando escuché esas palabras de mi esposa, fue como si una piedra muy pesada se hubiera atascado en mi garganta y sentí que mis ojos se inundaban con lágrimas. Me dije a mí mismo que tenía que ser fuerte mientras le respondía: "No seas tonta, no es tu culpa. Podría haberle pasado a cualquiera. Te garantizo que estaremos bien ya que aún somos jóvenes; pronto veremos a tu familia y a los demás".
Afortunadamente, unos días después nos alojaron en la misma habitación. Eso marcó una gran diferencia ya que poder apoyarnos mutuamente hizo todo el proceso más tolerable. Un día por la mañana me vinieron a la cabeza esas palabras del compromiso matrimonial: "en lo bueno y en lo malo y en la enfermedad y en la salud". Aprendí a apreciar y valorar mucho más a mi esposa y a nuestro matrimonio.
"Palmas" confeccionadas por nosotros mismos para el Domingo de Ramos
Tuve que continuar solo, sin Winni
Al cabo de unos días Winni fue dada de alta. Esto supuso una alegría enorme, pero me enfrentaba a tener que seguir el viaje de mi recuperación en solitario. Terminé quedándome tres semanas más, solo. Cada día hablaba por teléfono ella y me contaba sobre su recuperación, sus dificultades para manejar la casa ella sola, etc. Yo me sentía un poco culpable y le rogué a Dios que me ayudara a salir lo antes posible.
ME SENTÍA UN POCO CULPABLE Y LE ROGUÉ A DIOS QUE ME AYUDARA A SALIR LO ANTES POSIBLE
Tuve momentos en los que lo pasé mal. Me desmoralizaba y se me hacía bastante cuesta arriba. Gracias a Dios poco a poco fui canalizando mi ansiedad y agitación hacia Jesús, sin exigir resultados, y Él me dio su paz. En mis oraciones, sentí calor y la presencia de Cristo en mí, y un viejo texto de las escrituras apareció en mi cabeza: "Te basta mi gracia" (2 Cor 12:9). Sentí que Jesús intentaba decirme que descansara seguro en sus manos ya que todo está bajo su control. Aprendí que ser cristiano no significa estar libre de la desgracia o de la ausencia de dolor. El sentimiento de la presencia de Jesús me dio combustible para soportar el viaje, solo, un poco más.
El día número 47, un domingo de mayo, finalmente obtuve el doble negativo y fui dado de alta. En el momento en que salí del hospital experimenté una gran sensación de libertad física indescriptible. En cuanto llegué a casa abracé a Winni durante mucho tiempo. Me prometí a mí mismo cuidarla más, y también nuestro matrimonio, que fue tan bendecido por Dios. Comimos juntos disfrutando de cada minuto y fuimos a pasear por la ciudad. Me sorprendió la cantidad de gente que había en las calles y el fuerte ruido del tráfico. Era un fuerte contraste con la tranquilidad y la paz que tenía en esa habitación, estando con Jesús. A la vez, me di cuenta de que seguía estando con Él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario