sábado, 19 de mayo de 2012

CONFIANZA

    No olvidaré nunca a un piloto italiano que se hallaba ocioso en el aeropuerto de Roma, a causa de una erupción del Etna que impidió la salida de su avión, al que pedí consejo. Me habían robado, no tenía ni dinero, ni el billete de avión, ni pasaporte o tarjeta de crédito. Y el avión de regreso a casa ya había despegado. El piloto me ayudó, intentando persuadir a la línea aérea de que dieran una muestra de buena voluntad. En balde. 

   A continuación me rogó que esperara un instante, me compró un billete y me lo entregó junto con una dirección a la que podía transferirle el importe una vez de vuelta en casa. "Pero usted no me conoce en absoluto y no puedo identificarme", objeté. Lo único que dijo fue: "Ya me pagará". Sólo pude contestarle: "Querido señor, su amabilidad es mayor que la infamia de los ladrones y la pérdida que sufrí no es un precio demasiado elevado en comparación con la amabilidad que experimento". 


   El piloto no me pareció ser una persona de carácter tan entusiasta como para que, durante los diez minutos que nos tratamos, pudiera yo lisonjearme de haber despertado en él la impresión de ser digno de confianza; y como éste era el caso, una vez que hube regresado a casa yo no tuve nada mas urgente que hacer que transferirle el importe en cuestión. 


    Cuando yo era director del Instituto de Filosofía de la Universidad de Munich existía la costumbre de que los profesores sacaran sin hoja de préstamo libros de la biblioteca de consulta, para sus necesidades inmediatas. Suprimí esta costumbre porque tenía malas experiencias conmigo mismo en lo que se refiere a la devolución de libros después de usarlos. Di orden de que no se fiara demasiado de mí en este aspecto. Ahora bien, tampoco es totalmente erróneo animar a alguien a tener confianza en sí mismo. Esforzándose, uno puede adquirir virtudes, es decir, buenos hábitos, que todavía no tiene. 

   La esperanza de conseguirlo da alas al esfuerzo y si uno quiere llamar autoconfianza a esta esperanza, entonces la confianza fomenta el merecimiento de confianza y esto es válido para cualquier confianza y hace patente que la confianza ‑‑a diferencia del comportamiento frente a aparatos‑ es una relación interactiva. La confianza surte efecto en la persona a la que se dispensa, y favorece el hecho de que sea digno de ella. 

* Anécotas contadas por Robert Spaemann en su conferencia Confianza, pronunciada en Madrid el 19 de mayo 2005. Publicada en la Revista Economía y Humanismo

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