domingo, 14 de diciembre de 2014

Escupitajos aforados

Hace unos días, en un viejo bar de pueblo, vi que colgaba en la pared un vetusto y entrañable cartel de la posguerra en el que a duras penas podía leerse:
"Por higiene, prohibido escupir".
Mi amigo Kloster me hace notar que hemos mejorado mucho: ya nadie escupe en los bares.
—Los únicos que escupen son los futbolistas —continúa—. ¿Te has fijado? Cada vez que la tele nos presenta el primer plano de un jugador, escupitajo que te crió. Supongo que lo hacen para mantener bien regado el campo.
—Tienes razón, amigo; pero hay otras escupideras igualmente distinguidas. Internet, sin ir más lejos…

          —Y el Parlamento —me interrumpe—.
—¿Tú crees?
—Lo creo. Claro que son escupitajos con inmunidad parlamentaria; gargajos aforados, salivazos democráticos.
Cuando Kloster se embala, lo mejor es no interrumpirle.
—¿Has visto lo que está ocurriendo con el fútbol? Nuestras sabias autoridades han decidido cerrar los estadios en los que se insulte gravemente al árbitro o al equipo contrario. De ahora en adelante los aficionados del Betis no podremos decir a gritos lo que pensamos del Sevilla y del sevillismo. Y ya no nos dejan mentar a la mamá del árbitro, como es tradicional en nuestra Patria.
—¿Y te parece mal?
—No, por Dios. Yo comprendo que para ser verdaderamente progresista, será necesario prohibir un montón de cosas más. La libertad es reaccionaria, colega…
—No te pases, Kloster. Hablábamos de los escupitajos.
—Eso. Pues ahora resulta que una parlamentaria del montón, de esas que no hablan nunca, ha recibido al recién nombrado Ministro de Sanidad llamándolo "verdugo de las mujeres".
—¿En serio?
—Completamente.
—Por mucho menos cerrarían el Bernabeu. ¿Crees que cerrarán el Parlamento?
—No te quepa la menor duda. Y pondrán un letrero: "por higiene democrática, prohibido escupir". 
           Enrique Monasterio
           pensar por libre

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