lunes, 24 de junio de 2019

¡Por 25 centavos!

Cuentan que hace años un sacerdote estadounidense se mudó de una localidad a otra. Al llegar a la estación de destino, tomó un autobús para dirigirse al centro de la ciudad. 

 Pagó su billete al chófer y, al sentarse, descubrió que el conductor le había dado una moneda de 25 centavos de más en el cambio. Mientras consideraba qué hacer, pensó para sí mismo: “¡Bah!, olvídalo, son solo 25 centavos. ¿Quién se va a preocupar por tan poca cantidad? Acéptalo como un regalo de Dios”. 

Pero cuando llegó a la parada, se detuvo y, pensando de nuevo, decidió devolverle la moneda al conductor diciéndole: −Tome, me dio usted 25 centavos de más. El chófer, con una sonrisa, le respondió: −Sé que es el nuevo sacerdote del pueblo. Estaba pensando en regresar a la Iglesia y quise ver qué haría usted si yo le daba más cambio del debido. 

 Se bajó el sacerdote, sacudido por dentro, y pensó: “¡Oh, Dios mío!, por poco te vendo por 25 centavos.” La historia es breve, pero tiene enjundia. 25 centavos es peccata minuta, pero quizás no lo hubieran sido las consecuencias de que esa simple moneda hubiera quedado en un bolsillo o… allí donde correspondía. 

 Siempre insisto en la importancia de que intentemos atender adecuadamente las pequeñas acciones cotidianas, los pequeños detalles. A veces, apenas nos dicen nada. Pero… pueden decírselo a los demás. Un acto aparentemente menor, pudo cambiarlo todo.

José Iribas, en dametresminutos.wordpress.com.
Juan Ramón Domínguez Palacios
http://anecdotasypoesias.blogspot.com.es

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