El 20 de julio de 1969, el Apolo 11 llegó a la superficie de la Luna y sus tres tripulantes, Neil Armstong, Edwin ‘Buzz’ Aldrin y Michel Collins, tuvieron que esperar un día entero hasta desembarcar, algo que solo harían los dos primeros.
Durante las 24 horas de espera, Aldrin hizo algo inaudito: tomó la comunión cristiana, un acto eucarístico que en principio iba a ser retransmitido a la Tierra pero que finalmente fue ocultado por las presiones de una activista atea, Madalyn Murray O’Hair.
La comunión lunar de Aldrin ha estado rodeada de misterio durante cincuenta años, aunque el rito en sí fue bastante sencillo, según relata History.com: el astronauta era un ‘anciano’ de la Iglesia Presbiteriana, una rama del protestantismo, y antes de embarcarse al espacio recibió el permiso de la agencia espacial para llevar consigo el pan y el vino consagrados, y tomar la primera comunión, que se sepa, fuera de la Tierra.
El ‘kit’ de comunión contenía una botella de plástico con vino consagrado, una hostia de pan ácimo y un pequeño cáliz de plata, y había sido bendecido por el párroco de Aldrin, Dean Woodruff.
Mientras los tres astronautas esperaban para la siguiente fase de la misión, el paseo por la Luna, Aldrin se dirigió a la Humanidad (o eso creía, al menos) solemnemente: “Me gustaría pedir a todas las personas que están escuchando, quien sean y donde sea que estén, a contemplar por un momento los acontecimientos de las pasadas horas y dar las gracias de forma individual”.
Antes de comulgar, Aldrin leyó un pasaje de la Biblia, que había copiado en una hoja de papel: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. (Juan 15: 5).
A continuación, alcanzó el vino y la hostia, que se convirtieron en los primeros alimentos en ser consumidos en la Luna. “Vertí el vino en el cáliz que la iglesia me había prestado -dejó escrito más tarde-. A un un sexto de la gravedad de la Tierra, el vino cayó lenta y graciosamente por un lado del cáliz”.
En realidad, los únicos que escuchaban a Aldrin eran el personal de Tierra de la misión Apolo 11, porque la Nasa había desconectado la transmisión al público por las presiones de la conocida atea Madalyn Murray O’Hair, conocida en su momento como “la mujer más odiada de América”, por su beligerante activismo en la separación de la iglesia y el Estado, y su oposición expresa al sacramento de Aldrin en la Luna.
El capitán de la misión y primer humano en pisar la Luna, Neil Armstong, asistió a la comunión de su compañero pero prefirió no participar. Armstrong no era religioso pero sí “deísta”, una postura filosófica que cree en la existencia de Dios, si bien no participa en ninguna religión. De Collins no se dice nada, llegó hasta la Luna pero no llegó a pisarla y se limitó a hacer de chófer de sus dos compañeros, elegidos para la gloria.
Con información de History.com, Elzo Meridianos y Wikipedia.
Juan Ramón Domínguez Palacios
http://anecdotasypoesias.blogspot.com.es
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