Marcel Achard fue un comediógrafo francés de fama mundial durante la primera mitad del siglo XX. Un día en una tertulia oyó como un profesor de filosofía se chanceaba sobre la existencia de Dios. Declaraba elocuentemente que la “casualidad” era el principio del mundo.
Marcel, no pudiendo contenerse, exclamó:
– Habla usted como un estúpido.
El otro estalló indignado.
-¿Sabe usted con quien habla? Soy doctor y profesor de filosofía. Mi última obra ha sido aprobada por la Academia.
Con toda calma replicó Achard:
-Eso no demuestra nada. Habrá sido por “casualidad”.
-Eso no demuestra nada. Habrá sido por “casualidad”.
Continúa la anécdota con una reflexión…
Suele decirse que la casualidad es el dios de los tontos. Y curiosamente, más de una vez, por parte de ateos, se presenta la casualidad como un hallazgo científico sobre el origen del universo.
En realidad es una solución que nada soluciona. El mundo sin Dios no tiene explicación razonable.
Con tal de rechazar a Dios, todo vale; hasta lo que no vale nada: el absurdo. Eso sí, con ropaje científico.
anecdonet.com
Juan Ramón Domínguez Palacios
http://anecdotasypoesias.blogspot.com.es/
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