Alejandro Magno |
En el actual ejército de Israel tienen como motivo de orgullo que la voz de mando de los oficiales a la hora del combate no es como en el resto del mundo -¡adelante!-, sino ésta: seguidme! Esto explica el elevado número de oficíales muertos en las guerras sostenidas por ese país. Se comprende que sea más fácil pelear cuando el jefe va delante de uno.
Cuando Alejandro Magno regresaba de la India, tuvo que atravesar el desierto de Beluchistán. Podría compararse la situación a la de Napoleón en su retirada de Rusia. Los soldados -en el caso de Alejandro Magno- enloquecían de sed bajo el sol abrasador. Pero cuando llegaban a un pozo. Alejandro era el último en beber: no lo hacía hasta que había bebido el último de sus hombres.
Jesucristo siempre puede decirnos -y de hecho lo hace-: «¡seguidme!»
Julio Eugui
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