martes, 4 de septiembre de 2012

Magalie, la "kinesioterapia" y Dios


Opus Dei -
"Conocí la Obra en los últimos años del colegio, cuando estaba muy alejada de la fe".

   Magalie vive en Francia y es especialista en kinesioterapia, una ciencia que trata los dolores musculares y las enfermedades mediante el movimiento. En el Opus Dei ha aprendido que Dios la acompaña las 24 horas del día.

   ¿Cómo busca a Dios una persona que hace kinesioterapia?
Como me ocupo de personas que sufren, cuando tengo delante al paciente imagino que es Cristo quien sufre. Es una alegría aliviar a Cristo a través de las personas, y aliviar a las personas a través de Cristo.

    En la consulta algunos días son más duros, y en esos casos procuro mirar más veces una imagen de la Virgen que tengo sobre mi mesa de trabajo. De esa forma, recupero la calma y procuro tratar a todos con el mismo interés.

    Además, todos los días dedico algunos minutos para estar a solas con el Señor: rezo, le hablo, leo el Evangelio... Es el único modo de intimar con Él.

¿Por qué perteneces al Opus Dei?
Conocí la Obra en los últimos años del colegio, cuando estaba muy alejada de la fe. Ha sido un camino en el que no han faltado las dificultades.

Inicialmente, me atrajeron la calurosa acogida y la alegría de ese ambiente. Luego, participé en unas clases de catequesis sobre la fe católica. Al poco, empecé a asistir a Misa los domingos, y luego algunos días entre semana.

Entendí que el secreto para estar siempre contento es ése: vivir en presencia de Dios, teniéndolo siempre al lado, para imitarlo y ser capaz de anunciarlo a los demás. Dios quiere que le busque viviendo este espíritu.



Ahora, sigo trabajando como kinesioterapista, como antes. Hago deporte, salgo con los amigos... y también rezo el rosario en el metro, voy a misa, y busco unos momentos para rezar y hablar con Dios de las dificultades y alegrías de la jornada.
 
Estuviste lejos de Dios. Ahora, ¿cómo cuidas tu fe?
Las clases doctrinales sobre la Creación y el Catecismo de la Iglesia me han ayudado a entender que la fe no es algo que hay que creer y basta. Hay que saber en qué y por qué creemos.

También he entendido que es difícil entenderlo todo a la primera, y por eso en ocasiones habrá que abandonarse en lo que enseña la Iglesia y fiarse de ella, como nos fiamos de las personas a las que queremos.

Asimismo, la dirección espiritual y la confesión frecuente con un sacerdote me han ayudado a escuchar consejos concretos y útiles adaptados a mi vida y mis problemas. Todo eso unido, me ayuda a ir conociendo a Cristo.

OPUSDEI.ORG

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