viernes, 23 de octubre de 2015

Las últimas palabras de Vicente

Estaba en sus últimos momentos de vida. Vicente era ya anciano. Había cumplido con honradez y rectitud su vida y aunque había encontrado no pocos momentos de sufrimiento los había superado con un optimismo y una fe inquebrantables. 

En el fondo, estaba contento, porque sus cinco hijos habían conseguido acudir al hospital desde lugares muy lejanos para despedirse de su padre. Perfectamente consciente, el anciano padre dirigió unas últimas palabras a sus familiares:

"Hijos, doy gracias a Dios por todo lo que me ha concedido. También quiero pediros perdón por las veces que pude causaros algún mal. Perdonadme, vosotros y todos a los que pude ofender con mi egoísmo o mi orgullo. Quiero también pedir perdón a Dios y a la Virgen por mis pecados y, sobre todo, por las muchas ocasiones donde pude haber hablado de Él y me callé por miedo o por vergüenza. 

Pienso que cuando era joven me avergoncé muchas veces de ser un cristiano cabal: negué que iba a Misa con frecuencia y me dio sonrojo admitir que hacía oración. Con los años perdí el miedo a hablar del Señor, y me di cuenta de que muchos de los que se metían conmigo, en el fondo, esperaban una palabra de ánimo, una palabra de fe. También fui consciente entonces de la gran cantidad de ocasiones perdidas. 

Confío que, con estas palabras, Dios me perdone y no se avergüence de mí como yo me avergoncé de Él; y pido a la Virgen que vosotros aprendáis y llevéis muchas almas al cielo a través de vuestro ejemplo y vuestra palabra"
.
Es verdad: un día rendiremos cuentas delante de Dios sobre lo mucho que iluminamos con nuestra vida y la capacidad que tuvimos para salar las insulsas vidas de tantos de nuestros amigos o familiares.

Fulgencio Espá

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