sábado, 12 de agosto de 2017

Tenemos fecha de caducidad


Mi amigo Johannes B.H., de Alicante, salía del oncólogo con su sentencia de muerte. Calvito (por la quimio) estudiante de filología, tenía metástasis galopante después de luchar un par de años contra su cáncer de pulmón. Dos operaciones tremendas. Miraba a “su semana”: tienes siete días, le habían dicho.

Primero decidió hacer una confesión general de toda su vida: eligió a su mejor confesor, se preparó a gusto delante de la imagen de la Virgen Patrona de Alicante. Procuró dolor para satisfacer por sus negligencias y pecados. Se confesó y oró pausadamente, en silencio.

Al salir se encontró con Joaquín, estudiante de Derecho, apuesto y con éxito con las chicas; y se lo contó todo. Causó tal conmoción en Joaquín P.-M. que, después de una crisis y de buscar el apoyo familiar (que tuvo que conseguir a la fuerza), ahora es cartujo.
Antes revolucionó Alicante, pues habló de Dios a todos y cada uno de los amigos. Y Johannes, continuó estampando su firma en todos sus amigos (que en realidad era de Dios) hasta que el sábado, día de la Virgen, se apagó para vivir eternamente.

Podría extender, querido Johannes, tu historia. Sabes que te quiero y que rezo por ti; que soy, fui y seré amigo tuyo. Me diste un ejemplo de alegría en la adversidad y de amistad incondicional. VA POR TI. Te pido ahora que toques el corazón de este lector, para que decida hacer de su vida algo tremendamente útil.

¿Sabes que tienes fecha de caducidad? ¿Qué vas a hacer con tu vida?

anecdonet.com

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