Un matrimonio americano había salido de viaje. El esposo conducía  enfebrecido. Había hecho ya trescientos kilómetros sin dejar de mirar de  reojo al salpicadero. De repente la esposa consultó la guía de  carreteras y anunció: «Nos hemos perdido». «¿Y qué?», replicó el marido.  «¡Llevamos una media estupenda!». 
          Ese estupendo promedio, camino de  ninguna parte, es el que llevan algunos en su intento de llenar su día y  su vida de sensación de diligencia y eficacia. Deberían recordar que  cuando uno no sabe adónde va, acaba en otra parte. 

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