domingo, 6 de junio de 2010

El Rey de reyes en carroza

          Es el 15 de diciembre de 1880. La reina María Cristina se dirige con su esposo en carroza  de gala hacia la plaza de toros; van a presidir la corrida que en honor de su hija María de las Mercedes se piensa celebrar ese día. Cuando la comitiva entra en la calle del Arenal, sale el párroco de San Ginés llevando el viático a un enfermo. El sacerdote camina recogido. Le precede un monaguillo tocando la campanilla y el sacristán con un farol encendido, como es costumbre.

          La carroza real se detiene y, con ella, toda la comitiva. Los soberanos descienden e invitan al sacerdote a que ocupe el medio de transporte: le corresponde al Rey de reyes. Un lacayo cierra la puerta y el carruaje reinicia la marcha. Detrás, a pie, van los monarcas y todo el séquito en respetuoso silencio. Y así llegan al número 2 de la calle Costanilla de los Ángeles. 

          Suben los monarcas hasta la misma habitación de la enferma, Carmen Enrile, en cama por las complicaciones de un reciente parto, y asisten a la ceremonia ante la conmoción de la buena mujer y de toda la familia, que no acaban de creerse que está en su casa la misma reina María Cristina acompañando al Señor.

Cfr. E. Ferrer, Mª Tª Puga y E. Rojas, Cuando reinar es un deber


Podéis acceder a mis reflexiones sobre el Corpus Christi: AQUÍ

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