viernes, 10 de agosto de 2018

Lorenzo y las riquezas de la Iglesia

El procurador romano encargado de la persecución desatada contra los cristianos en Roma por el emperador Valeriano llamó al diácono Lorenzo y le dijo: «Sé que los cristianos empleáis copas y vasos de oro en vuestros sacrificios, que tenéis candelabros muy valiosos y otras muchas riquezas. 

Ve a reunir todos los tesoros de la Iglesia y tráelos, porque el emperador necesita dinero para costear una guerra que va a empezar. Si así lo haces, podrás salvar la vida». Lorenzo le pidió que le diera tres días de plazo para poder juntar todas las riquezas y bienes de la Iglesia. 

En esos días llamó a todos los pobres, lisiados, mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, mutilados, ciegos y leprosos que él ayudaba con sus limosnas. Y al tercer día se presentó con ellos al procurador y le dijo: «Aquí tienes todos los tesoros de la Iglesia. Son más valiosos que todo cuanto posee el emperador». El procurador montó en cólera por la burla de que había sido objeto y condenó a Lorenzo a una muerte aún más cruel que la de los otros cristianos, sería asado en una parrilla.

El gesto, no exento de cierta chulería, de Lorenzo puso de manifiesto cuál es en verdad el tesoro de la Iglesia: el servicio. El servicio a todos los hombres, especialmente a los más necesitados. Ahí tienes la mayor de las riquezas, ¡ojalá tú también seas rico en ellas y puedas decir cada día que has buscado servir al Señor y al prójimo en aquello que tuviste ocasión!

Antonio Fernández Velasco, Con EL.
Juan Ramón Domínguez Palacios
http://anecdotasypoesias.blogspot.com.es

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