martes, 18 de octubre de 2011

Complejo de superioridad

San Josemaría
    Un día de 1968, en Roma, una universitaria italiana le pregunta: "Padre, ¿cómo se puede conciliar la humildad con el aplomo y el complejo de superioridad que un cristiano necesita para remover el mundo?".

    — Mira, hija mía, yo tengo tres doctorados... y soy viejo.... luego algo tengo que saber. Pero, cuando me presento delante de Dios, reconozco que soy un borriquillo. Frente a Dios no sé nada, no valgo nada, no puedo nada... Él, en cambio, es Sabiduría, Potencia suma... ¡y es mi Padre! Sin Él, tengo un gran "complejo de inferioridad" . Pero con Él, con su ayuda ¡lo puedo todo! Soy hijo suyo, y tengo su sabiduría, su Poder. Y digo con san Pablo: omnia possum in eo qui me confortat, todo lo puedo en Aquel que me da fuerzas.

   "Tengo este  "complejo de superioridad" para servir, para servir a los demás sin que se note, sin hacer sentir este servicio,  este trabajo, y por amor de Dios. El  "complejo de superioridad" es una manifestación clarísima de humildad: sin Dios no puedo hacer nada, con Él puedo ¡todo lo que es bello, luminoso, grande. . . ! "


   Sin fingimientos, tiene un pobre concepto de sí. Se considera "instrumento inepto, ciego, sordo", un pecador que vive entre santos", "un bobo muy grande, que no acaba de aprender las lecciones que Dios le da", "un cero", "nada, ¡la nada!".


Pilar Urbano, El hombre de Villa Tevere, p. 339-340

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