martes, 25 de octubre de 2011

«NO ME VENGAS CON PREGUNTAS»

   Escribe San Agustín (Epístola 167): «Uno cayó en un pozo donde el agua era bastante para que flotase sin morir ni ahogarle, no impidiéndole hablar, y se le acercó otro y, al verlo, le dijo con admiración: ¿Cómo has caído ahí? Y el otro le respondió: Por favor, mira a ver si puedes sacarme de aquí y no me vengas con preguntas sobre cómo he caído».


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