Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevare el blanco día;
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso linsojera;
mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido.
Polvo serán, mas polvo enamorado.
Francisco de Quevedo
Francisco de Quevedo
Comenta Rafael Gómez Pérez tres detalles de los muchos que se pueden destacar:
1. “la postrera sombra” que se lleva el “blanco día” es, evidentemente, la muerte.
2. La segunda estrofa es una referencia implícita a la mitología griega: la llegada al mundo de los muertos en la barca de Caronte, pero el alma desafía esa ley severa.
3. El primer terceto da las razones de esto: el alma ha sido la prisión de todo un dios, el amor; las venas y las médulas de los huesos han ardido con ese amor. Por eso dejará su cuerpo, pero no el cuidado que va implícito en el amor.
serpersona.info
Juan Ramón Domínguez Palacios
http://anecdotasypoesias.blogspot.com.es
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