lunes, 9 de diciembre de 2019

El silbato de Guruceta

Gabi lleva con el silbato al cuello no más de 15 días: "Lo llevo colgado y no me lo pienso quitar. No me molesta y voy con él a todos los sitios. Es un objeto tan emblemático..." 

Lo recibió por correo, enviado por aquel joven operario de mantenimiento de la autopista al que hoy guarda gratitud eterna: "Por supuesto, se lo agradeceré mientras viva. Ha sido todo un gesto por su parte". Esta es la historia del hallazgo 32 años después....

La tarde del 25 de febrero de 1987, una cuadrilla de operarios de la A-2, asignada al término municipal de Fraga, limpiaba los arcenes y parte de los carriles a la altura del kilómetro 150 entre Barcelona y Zaragoza. A la una y media había ocurrido un espantoso accidente en el que se vieron involucrados un turismo y un camión de mantenimiento de la autopista. 

Llovía a mares y el automóvil, un BMW, se empotró contra la caja del otro vehículo tras varios trompos a consecuencia del agua acumulada. El resultado fue trágico. José Emilio Guruceta Muro -una celebridad del arbitraje español en los años 80- y uno de sus jueces de línea, Eduardo Vidal Torres, fallecieron en el acto

El tercer miembro del equipo, Antonio Coves Antón, resultó herido grave.Gabriel Guruceta no sabe describir con exactitud lo que sintió cuando abrió el paquete y tuvo el silbato de su padre en las manos, 32 años después: "Imagínese. Fue una emoción enorme. Está un poco desconchado, desgastado, pero brilla. Sin duda, es el de mi padre". Esta es la historia del hallazgo 32 años después.
Aunque han pasado tres décadas, A.G.D. prefiere guardar el anonimato. "Soy un hombre tranquilo, ya jubilado. Es mejor dejarlo así". Entonces era uno de los encargados de mantener limpio el firme de la autopista en cualquier circunstancia y lugar dentro de su término municipal. Con sólo 19 años, tenía un contrato eventual y acudía a la tarea cuando se le requería.
La trágica muerte de Guruceta se conoció en España a los pocos minutos del accidente. Fue una conmoción. Así que A.G.D. y sus compañeros sabían que trabajaban en un escenario sobre el que había puestos muchos ojos. "Cuando llegamos nosotros, ya no estaban los vehículos. Sólo los restos del accidente". Entre trozos de plástico, cristales, gomas y otros objetos esparcidos tras un impacto brutal, A.G.D. apreció un brillo metálico: "Era un silbato. Estaba en el arcén. Lo recogí y me lo guardé. Siempre pensé que era de Guruceta. No sé. Uno siempre asocia el silbato al árbitro. Yo no sabía si los linieres llevaban o no llevaban los suyos. Para mí, era el silbato del árbitro".
Tampoco le da muchas vueltas a por qué lo ha tenido guardado durante estos 32 años. "Lo tenía en un cajón, junto con otros objetos de algún valor sentimental de la familia. Objetos de mi abuela y cosas así. Pero siempre tuve la inquietud de devolvérselo a sus dueños, a la familia. Pensé que les haría ilusión tenerlo. Entonces no había la facilidad que tenemos hoy para contactar con alguien. Lo intenté con la Federación, pero no se dio".
A.G.D. nunca perdió la inquietud de devolver el silbato a la familia Guruceta. Cada tanto abría el cajón y lo veía allí, así que formaba ya casi parte de las reliquias familiares. En las redes sociales, en Facebook que, sobre todo, maneja su mujer, encontró el hilo del que tirar hasta dar con el mejor destinatario posible. Fue así como contactó con Gabi, Gabriel Guruceta, el hijo del árbitro. "Fue una alegría dar con él y, sobre todo, poder devolvérselo. Eso es lo verdaderamente importante. No el tiempo que yo lo haya tenido guardado o cómo lo recogí. Lo importante es que es un recuerdo que está con quien tiene que estar. Ahora yo me encuentro como más tranquilo, con la conciencia de haber hecho lo que tenía que hacer".
En efecto, al otro lado de la madeja cibernética está Gabi Guruceta. Tenía cinco años cuando ocurrió el accidente: "Yo era muy pequeño. No tenía la noción exacta de la dimensión de la figura de mi padre. Aunque luego siempre he seguido todo lo que se ha dicho y se ha publicado de él. Lo que me comentan, cómo era, su popularidad, lo que suponía en el arbitraje español... Siempre ha estado muy presente en mi vida. Al punto de que nosotros vivíamos en Elche y yo me he venido a San Sebastián, de donde era él. Sentí que tenía que venir aquí por él".
Gabi lleva con el silbato al cuello no más de 15 días: "Lo llevo colgado y no me lo pienso quitar. No me molesta y voy con él a todos los sitios. Es un objeto tan emblemático..." Lo recibió por correo, enviado por aquel joven operario de mantenimiento de la autopista al que hoy guarda gratitud eterna: "Por supuesto, se lo agradeceré mientras viva. Ha sido todo un gesto por su parte".
Gabriel Guruceta no sabe describir con exactitud lo que sintió cuando abrió el paquete y tuvo el silbato de su padre en las manos, 32 años después: "Imagínese. Fue una emoción enorme. Está un poco desconchado, desgastado, pero brilla. Sin duda, es el de mi padre".
Y aquí se descubre otro de los grandes enigmas de esta historia: cómo saber con absoluta certeza que el silbato era el de José Emilio Guruceta Muro y no el de alguno de sus auxiliares que, por precaución, siempre lo llevaban en su equipaje. Gabi tiene la respuesta: "Me han contado que en un viaje a Italia, mi padre escuchó el sonido del silbato de un guardia urbano y le encantó. Le gustó el tono aquél. Así que se bajó del coche, se fue al policía en cuestión y le preguntó la marca. Era un Balilla, italiano. Y, desde entonces, mi padre sólo utilizó ese tipo de silbatos. No podía ser de nadie más. El que yo tengo viene con su marca y con su número de serie".
Los silbatos Balilla son muy populares en Italia. Fabricados en Florencia, vivieron su época de esplendor en los años 30, ya que eran utilizados por el personal militar y la policía del país. De hecho, en una de las caras del que protagoniza esta historia están inscritos sus usos principales: "Polizia-Calcio-Sports". No es de extrañar que José Emilio Guruceta Muro, puntilloso hasta el más mínimo detalle en el terreno de juego, se decidiera por ese tipo de instrumentos.

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Juan Ramón Domínguez Palacios

http://anecdotasypoesias.blogspot.com.es/

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