jueves, 18 de junio de 2020

‘Me gustaría seguir viviendo’

Vitorina tiene 79 años, es numeraria auxiliar y, tras muchos años trabajando en las tareas domésticas de los centros del Opus Dei, ahora disfruta de su jubilación. Pero a finales de marzo perdió el conocimiento y se despertó en el Hospital Universitario Cruces, de Bilbao. 

Allí le esperaba más de un mes de convalecencia, con periodos de aislamiento y soledad. “Al principio no sabía que tenía COVID, tenía las articulaciones de pies y piernas como si me las hubieran atado con una cuerda y apenas podía moverme; me dijeron que con tacataca y rehabilitación se arreglaría”, relata.

Durante un tiempo, a Vitorina no le respondía el lado derecho del cuerpo, a veces cojeaba y caminaba con bastón. Una noche se puso peor. “Me inflé como si fuera un globo”. Finalmente llegó el temido diagnóstico: padecía coronavirus, que le desencadenó una neumonía. Además cogió una bacteria hospitalaria y tuvo un neumotórax que hizo temer por su vida. Pero todo lo fue superando. Ahora solo tiene palabras de agradecimiento para quienes le cuidaron allí, y quienes ahora la cuidan.
UNA NOCHE SE PUSO PEOR. “ME INFLÉ COMO SI FUERA UN GLOBO”
Pensó en la muerte muchas veces. “La balanza podía inclinarse a un lado o al otro”, recuerda. En esos momentos se ponía en las manos de Dios, y acudía a la Virgen de la Merced, pidiéndole la merced de seguir viviendo. “Amo la vida, y me gustaría seguir viviendo”, afirma.
“Amo la vida, y me gustaría seguir viviendo”“Amo la vida, y me gustaría seguir viviendo”
Para los que están pasando por la prueba del coronavirus, Vitorina tiene un mensaje claro: “que tengan fe, mucho ánimo, que no se hundan, que no pierdan la esperanza. La vida es el don más grande, y vale la pena luchar por seguir viviendo”.
opusdei.es

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