viernes, 2 de julio de 2010

¡ESTA ES LA VERDAD!

          La pista de Edith Stein se pierde en el momento en que se la llevan al campo de exterminio de Auschwitz, del que nunca saldrá. Es de suponer que murió en alguna cámara de gas en el año 1942. Esta mujer excepcional, beatificada por Juan Pablo II, había nacido en Breslau, en el 1891, de familia judía. En su juventud no había practicado religión alguna. Adscrita a la escuela fenomenológica, llegó a ser profesora auxiliar de Husserl y discípula predilecta de este maestro.

          No es fácil describir el itinerario que lleva a una persona a la fe. La gracia se sirve de circunstancias y sucesos, a veces aparentemente insignificantes, para conducir suavemente hacia la verdad y la entrega a un determinado ser humano. Pero es seguro que un hecho fue decisivo en  la conversión de Edith. Corría el año 1921 y fue a pasar unos días de vacaciones de verano a casa de una familia amiga -los Martius, protestantes-, en Bergzabern. 

          Allí, en un momento de aburrimiento, husmeando en la biblioteca, encontró el libro de la Vida de Santa Teresa (la autobiografía de la Santa, que no estaba allí por casualidad, sino que se trataba de un regalo que a Edith le habían hecho tiempo antes unas amigas católicas: Pauline y Ana Reinach; ella había dejado el libro en aquella casa sin prestarle atención). Comenzó a leerlo y ya no pudo parar hasta el final. Cuando lo hubo cerrado, exclamó: "¡esta es la verdad!"

          Curioso es ver cómo una monja española del siglo XVI -pero gran santa- revoluciona la vida de una intelectual del siglo XX. Edith se bautiza en 1922 y toma el hábito de la Orden del Carmelo, en Colonia, doce años después.

Cfr. E. Gil de Muro, Así era Edith Stein

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