martes, 20 de julio de 2010

LA LECCIÓN DEL PERRO

          En la famosa fraga de Cecebre, aquella hermosa creación de Wenceslao Fernández Flórez (El bosque animado), las plantas y los animales dialogan como personas, igual que en las fábulas.

         El perro más hambriento de la comarca, el perro de Esmorís, entra en el bosque. Pronto le sale al encuentro un soberbio ejemplar de zorro, deseoso de pactar y entrar en sociedad con el famélico can. Porque, juntos, pueden hacer muchas ganancias. Claro, el perro no despierta sospechas entre sus semejantes, y, si cae en un cepo, el hombre se encargará de soltarlo al día siguiente. Pero la respuesta del perro está llena de dignidad:

      -Yo no robo.
      -Todas las preocupaciones de los hombres se te han contagiado. ¡Qué porquería! Yo no robo. ¿Es que los hombres inventaron las gallinas? Las gallinas están ahí y son de todos: tuyas, mías y del milano.

      El perro razona con sentido común:
      -El hombre las alimenta.
Pero el zorro tiene respuesta para cualquier objeción:
      -Él las explota, como a ti...
Y le va recordando la vida dura que lleva, para nada.

La conversación termina con una declaración de principios del perro de Esmorís:
     -Hay algo que no conocerás nunca, y es el placer de querer aunque no nos quieran, y el placer de la lealtad, aunque nos maltraten. No es cosa que se pague más que dentro de nosotros.
Y luego explica qué es lo único que espera del hombre:
    -El precio que pedimos al hombre es que nos deje amarle. Tú no lo sabes, pero es la mayor recompensa apetecible, porque amar a alguien, reconocer su excelencia, es acercarse un poco a él. Y el hombre es un dios.

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