domingo, 19 de septiembre de 2010

Los secretos de la magia

Mi afición por la magia ha estado siempre presente en mi vida. Mi hermano, que ahora se dedica profesionalmente a ello, nos contagió desde pequeño este hobbie a toda la familia. Se pasaba el día diciendo: “Mira a ver qué tal me sale…” y claro, al mirar se acaba aprendiendo.

La magia, el ilusionismo, es una profesión muy bonita, porque consigues con ella crear ilusiones, hacer que la gente disfrute y se sumerja en un mundo en el que pueda, al menos durante un rato, olvidar sus preocupaciones, descansar… Como en las películas, se puede hacer todo lo que uno quiera: que con un sólo chasquido de dedos se ordenen los juguetes, mirar un cuadro y aparecer dentro de él…, y esto delante de tus propios ojos. La magia es hacer feliz a la gente.

Es lo mismo que pretendo conseguir con mi trabajo. Soy numeraria auxiliar y atiendo la administración de un centro del Opus Dei. Con el cuidado de mil detalles que pasan desapercibidos a los ojos de la gente, como pasa con los trucos de la magia, puedo ¡sorprender!, hacer que la gente llegue a su casa y se encuentre a gusto, se olvide de todo lo que tiene que hacer, por un momento, y pueda pasar un estupendo rato en familia.

Decía un mago conocido, que uno no dedica a esta profesión para hacerse famoso o ganar mucho dinero, sino porque disfrutas haciendo algo que hace gozar a los demás. Yo pienso que este ideal tendría que estar presente no sólo en el trabajo, sino en todos los momentos de la jornada de cualquier persona. Esto lo aprendí de San Josemaría. Siempre me llamó la atención una frase suya que pienso que está presente en muchas de sus enseñanzas, dichas de una u otra manera: "Darse al servicio de los demás es de tal eficacia, que Dios lo premia con una humildad llena de alegría".

OPUSDEI.ORG
LEER MÁS

No hay comentarios:

Publicar un comentario