Kitty O'Neil |
Se trata de una historia relatada en un artículo del desaparecido J. L. Martín Descalzo.
La historia tiene una protagonista, una heroína: Kitty O'Neil, una muchacha americana, hija de una india cherokee, que ha padecido todo un cúmulo de enfermedades en la infancia. Estas circunstancias hacían presagiar que trascurriría su vida en una silla de ruedas, pero es en la actualidad una de las «especialistas» más conocidas del cine norteamericano: pilota coches y motos, salta trampolines y realiza esas maravillas que suelen asombrar en la pantalla. ¿Cuál es la clave del cambio? El valor.
La historia tiene una protagonista, una heroína: Kitty O'Neil, una muchacha americana, hija de una india cherokee, que ha padecido todo un cúmulo de enfermedades en la infancia. Estas circunstancias hacían presagiar que trascurriría su vida en una silla de ruedas, pero es en la actualidad una de las «especialistas» más conocidas del cine norteamericano: pilota coches y motos, salta trampolines y realiza esas maravillas que suelen asombrar en la pantalla. ¿Cuál es la clave del cambio? El valor.
Ella misma cuenta su lucha silenciosa y su victoria también silenciosa: «Hasta los dieciséis años estuve peleada con Dios. No concebía que alguien tan misericordioso como decían que era estuviese tan apartado de mí. Que no escuchara mi llanto. A los trece años, cuando tuve el ataque dé meningitis, aunque estaba peleada con Él, le rezaba para que no me dejara vivir. En el colegio había visto a un chico que sufrió el mismo mal que yo y era un inválido. Yo no quería ser una inválida. Me imaginaba sorda y paralítica y medio idiota en una silla de ruedas, y blasfemaba contra el Dios de mis padres».
Logró recuperarse de aquella temible enfermedad. A los dieciséis años se marchó de su casa con la intención de comprobar si era capaz de valerse por sí misma en esta vida. Tampoco tuvo suerte. Sufrió un intento de violación por parte de un drogado. Pero en la comisaría de Policía a la que acudió encontró a una asistenta social católica con la que entabló una excelente amistad. A ella le debe la conversión al catolicismo. Kitty O'Neil afirma: «Desde entonces he vivido mi fe con tenacidad y alegría, y todo lo que he pasado luego, que ha sido mucho, muchísimo, peligros de todo tipo, físicos, morales y sentimentales, lo he vivido cerca de Dios».
José Luis Martín Descalzo
¡Feliz y Santa Navidad!
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