domingo, 13 de noviembre de 2011

ENCONTRAR A CRISTO

   Un cuento de Tolstoi, titulado Donde hay amor, allí está Dios, nos advierte sobre la importancia de ver a Cristo en los demás.
  
   Martín, zapatero remendón, ya viejo, vivía solo. Leía los Evangelios y procuraba vivir cristianamente. Habiendo leído la pobre acogida que un fariseo había dispensado a Cristo, tuvo el deseo de que el Señor visitase su barraca. Una noche oyó, dormido, esta voz: «Martín, Martín; mira por la ventana, mañana, porque Yo iré».

   ¿Sería un sueño? De todos modos, al día siguiente se preparó para recibir a Jesús. No acudió. Un anciano que barría la nieve en la calle le produjo lástima. Le llamó y le ofreció una taza de té caliente. «¿Está usted aguardando a alguien?», preguntó el viejo entre sorbo y sorbo. Martín le contó la historia del sueño.

   Más tarde divisó una mujer que tiritaba de frío, con un bebé llorando en los brazos. También a ésta la hizo entrar y la soc orrió.Atardeció y Cristo no había comparecido. Pero Martín seguía en la ventana aguardando.

   Después fue una vendedora de manzanas quien llamó su atención, porque advirtió que un muchacho le robaba una y lograba escapar. Martín corrió hasta alcanzarlo. Consiguió que hicieran las paces, y el ladrón quedó tan arrepentido que se ofreció a ayudar a la vendedora a transportar el cesto hasta su casa.

   Llegada la noche y cerrada la puerta, volvió el zapatero a la lectura favorita. Desde un rincón oscuro llegó a él otra vez la voz misteriosa: «Martín, ¿no me conoces?». El zapatero preguntó: «¿Quién es?». «Soy yo», dijo la voz. Y por un momento apareció el barrendero. «Soy yo», repitió. Y se mostró la mujer con un bebé. «Soy yo», y la mujer de las manzanas con el muchacho le sonrieron y desaparecieron. Martín estuvo muy contento al ver que Cristo le había visitado aquel día tres veces.

      Cfr. F. H. Drinkwater, Historietas catequísticas

No hay comentarios:

Publicar un comentario