Algunos dicen que no se puede ir contra la libertad de los niños en el tema del Bautismo. La vida enseña que los padres deciden lo mejor para los hijos pequeños, y nadie se extraña.
Ignacio Aréchaga. periodista, ilustra este hecho con la siguiente anécdota («Palabra», número 191): «No es tan seguro que sean defensores a ultranza de la libertad del niño. Entre los firmantes -se refiere a algunos científicos que se han pronunciado en contra del Bautismo de niños- se encuentra el conocido psicólogo conductista B. F. Skinner. En 1945 su hija Deborah era ya famosa aunque sólo tenía escasos meses. Todo el mundo conocía a la niña de la caja; su padre, convencido de que el ambiente determina la conducta, experimentó con ella un cambio revolucionario en la crianza de los niños.
Uno de los mayores problemas prácticos es mantenerlos a una temperatura adecuada, lo cual exige vestirlos, desvestirlos, gastar tiempo y dinero en ropa y lavandería. Para evitar molestias, Skinner diseñó para Deborah una caja espaciosa, con temperatura y humedad controlada, filtros de aire y parcialmente insonorizada. Así como otros niños crecen en una cuna, la hija de Skinner vivió sus primeros dos años y medio en esta caja acristalada. Ciertamente, también la sacaban a ratos a jugar y hacerle mimos. Sin embargo, a juicio de mucha gente, la hija de Skinner vivía en una pecera humana».
Y comenta el periodista: «No sé qué habrá sido de Deborah, ni si este método de crianza habrá resultado perjudicial o beneficioso para su desarrollo físico y psicológico. Lo que resulta evidente es que su padre no le pidió su parecer».
Y comenta el periodista: «No sé qué habrá sido de Deborah, ni si este método de crianza habrá resultado perjudicial o beneficioso para su desarrollo físico y psicológico. Lo que resulta evidente es que su padre no le pidió su parecer».
J. EUGUI
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