jueves, 19 de septiembre de 2013

El verla morir feliz fue como una derrota de la muerte

   
Chiara Corbella
   Cuando veía a Chiara a punto de morir, su marido estaba, obviamente, muy afectado. Después pudo cobrar un poco de valor, y pocas horas antes (eran como las ocho de la mañana, y Chiara murió a mediodía) se lo preguntó. «Chiara, mi vida, ¿de verdad es dulce esta Cruz, como dice el Señor?». Ella me miró, me sonrió y, con un hilo de voz, me dijo: «Sí, Enrico, es muy dulce».

   Habla Enrico, el marido de Chiara Corbella, una chica romana de 28 años, que murió el 13 de junio de 2012 después de haberse negado a seguir los tratamientos contra un tumor que le descubrieron durante el quinto mes de embarazo. Su decisión hizo posible que Francesco naciera saludable. No era su primer embarazo: Maria y Davide habían muerto después del parto con graves malformaciones.

Antes de morir, Chiara escribió una carta para su hijo Francesco: «Voy al cielo a cuidar a María y a Davide; tú, quédate con papá. Yo rezaré por vosotros desde allá».


Preguntado por los periodistas a propósito de qué dirá a Francesco cuando pregunte por su mamá, Enrico respondió:

«Seguramente le contaré lo hermoso que es dejar que te ame Dios, porque, si te sientes amado, puedes hacer todo. Esta, según mi opinión, es la esencia, el asunto más importante de la vida: dejarse amar para después amar y morir felices. Esto es lo que le contará. Y le diré que su mamá Chiara hizo lo mismo. Ella se dejó amar y, en cierto sentido, me parece que está amando un poco a todo el mundo. La siento más viva que antes. Y luego, el hecho de haberla visto morir feliz para mí fue como una derrota de la muerte. Ahora sé que hay algo hermoso que nos espera allá».

Jesús, hoy, en el cielo, volviéndose a Chiara, te dice a ti, que te afanas en tu intento de orar: ¿ves a esta mujer? ¿Ves a Chiara? ¿No querrás respetarla para siempre desde el día de hoy? ¿Acaso no deseas ser, al menos, un poquito como ella, amante hasta la entrega de la propia vida?

Fulgencio Espá, Con Él, septiembre 2013

2 comentarios:

  1. Uf, si lográramos amar un poco, un poco de verdad...todo sería tan diferente. El problema se centra en que somos egoístas y cobardes.

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  2. De acuerdo. Pero Dios está deseando prestarnos su fortaleza. Chiara era débil, como nosotros. Su fortaleza radica en su cercanía a Jesús, a su Palabra y a su gracia, principalmente a través de la Penitencia y la Eucaristía. ¡Ánimo!. Los primeros cristianos asombraban a los paganos por su caridad: ¡como se aman!, exclamaban. Ahora nos toca a nosotros. Un saludo

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