domingo, 11 de septiembre de 2016

Marieke Vervoort: "No quiero la eutanasia después de Río"

M
arieke Vervoort no para de sonreír y lo hace de forma sincera. Está feliz y se le nota. El deporte es su mejor medicina y en los Juegos Paralímpicos muchos días se olvida hasta de los dolores. Desprende energía y vitalidad al hablar, cosa que por cierto hace en español. 

Es autodidacta, nunca ha ido a clases, pero se defiende bastante bien. Lo ha aprendido en Lanzarote, donde acude a entrenar cuatro veces al año desde 2008. Fue allí para dar una charla motivacional a los que iban a hacer ese año el Ironman de la isla y volvió a Bélgica enamorada de nuestro país. "Me encanta el clima. En Bélgica hay mucha lluvia y frío. Además, Lanzarote es muy bonito para entrenar", dice sonriendo.
Ese frío y esa lluvia de su país no le sientan bien. "Mi enfermedad es degenerativa. Tengo mucho, mucho dolor", dice. "Y cuando hace frío y llueve, me duele bastante", explica.
Todo empezó con una dolorosa inflamación en un pie a los 14 años. De allí se extendió a las rodillas y a los 20 pasó a depender de una silla de ruedas. Su cuerpo iba perdiendo facultades mientras los médicos trataban de dar con el diagnóstico, que acabó siendo el de enfermedad degenerativa incurable.
Entonces dejó los estudios y encontró en el deporte un refugio. En 2007 hizo el Ironman de Hawái, el más duro del mundo. "Estoy un poco loca", dice riendo. Pero a pesar de su sonrisa, el camino no ha estado exento de dificultades y, sobre todo, de dolores. En 2003, en un Campeonato del Mundo de atletismo celebrado en Francia, tuvo un accidente en el sprint del que aún hoy guarda como recuerdo una enorme cicatriz bajo el hombro derecho.

Sus últimos Juegos

Y en 2014, un accidente doméstico también la dejó secuelas. "Estaba hirviendo pasta y cuando fui a coger la cazuela me dio un ataque epiléptico y se me cayó el agua hirviendo en las piernas. Estuve cuatro meses en el hospital y pensé en dejar de entrenar. La rehabilitación fue dura pero, tras el accidente, soy más fuerte mentalmente", explica.


En Río afronta sus últimos Juegos Paralímpicos, pero no porque vaya a someterse a la eutanasia tras ellos, como se ha publicado en los medios de todo el mundo, sino porque cree que ha llegado el momento de descansar y disfrutar de otras cosas.
"Después de Río dejaré la competición por los dolores, que cada vez son mayores. Anoche dormí sólo una hora por el dolor y el año pasado, en el Mundial de Doha, sólo dormía tres horas al día, de 5 a 8, y gané tres oros", explica.
Pero no quiere ni oír hablar de Tokio 2020 ni de entrenar seis días de siete como ha venido haciendo hasta ahora. Lo que le apetece es disfrutar. "Después de Río no quiero la eutanasia. Vivo día a día y cuando llegue su momento, lo haré. Tras los Juegos no voy a pedirla, fue un periódico de Bélgica que dijo que lo haría. No es verdad. Firmé los papeles en 2008, sí, pero quiero mucho más tiempo con mi familia y amigos, dar charlas motivacionales y cuando ya no quiera vivir, tengo los papeles", dice con una serenidad que impresiona.


"Por haber firmado los papeles de la eutanasia muchas personas piensan que yo quiero morir, pero no es verdad. Los firmé en el año 2008 porque entonces tenía mucho, mucho dolor y no quiero vivir con un dolor insoportable. No quiero tener a una persona que me tenga que ayudar todo el día, por la mañana, por la tarde y por la noche. Yo quiero disfrutar de todos los pequeños momentos", confiesa sonriendo.


A sus 37 años habla de la eutanasia como un derecho y una posibilidad, no como una opción que vaya a elegir en un futuro a corto plazo. "Mientras haya buenos momentos, seguiré aquí y para cuando haya malos, tengo los papeles. No sé cuándo los usaré", confiesa, a la vez que recuerda que en España está prohibida por ley y que le gustaría que no fuese así.
No es creyente pero de su cuello cuelgan desde un pequeño Buda hasta una imagen de San Antonio de Padua que le regaló una amiga de Lanzarote para que le trajese suerte en estos Juegos Paralímpicos. Marieke besa el colgante, que parece darle energía, como la que ella quiere transmitir a los demás.
"En las charlas motivacionales que doy, el mensaje que transmito es que la gente crea porque se puede", dice. "Ocho meses después de pasar por el hospital batí tres récords del mundo en el Mundial de Doha. El de 100, 200 y 400. Cuando quieres, puedes. No te rindas", añade.

Debuta hoy en Río

Ella no lo ha hecho, aunque se haya publicado lo contrario. Hoy debuta en Río en la prueba de 400 metros, categoría T52. El sábado siguiente lo hará en la de 100, distancia en la que en Londres se proclamó campeona paralímpica. "Aquel oro fue el momento más feliz de mi vida", reconoce.
Después volverá a su casa junto a su inseparable perra Zen y junto a su familia y amigos. En sus planes está retomar las charlas en las que anima a la gente a luchar por sus sueños. Ella sigue luchando por los suyos y transmite sus ganas de seguir viviendo y exprimiendo la vida a través de mirada, de sus gestos y de sus palabras. "Vamos a la playa oh, oh, oh...", dice, cantando, al despedirse.

abc.es

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