Está claro que los niños no perdonan ni una. Pero hay que ver cómo ponen el dedo en la llaga algunas veces. Lee la siguiente anécdota…
Una madre llega de un retiro, con un par de buenos propósitos y una sonrisa. Le saluda su hijo mayor de ocho años. Mamá ¿qué te pasa que estás tan contenta?
La madre, dispuesta a dar una pequeña lección a su hijo, le dice la verdad: es que vengo de confesarme, y cuando uno se confiesa está mucho más contento… El niño se queda pensativo, quizá cavilando acerca de los últimos días en que mamá había estado especialmente nerviosa. Así rompe el silencio: Mamá y si es tan bueno confesarse…¿por qué no te confiesas todos los días?
Os ofrezco un vídeo de San Josemaría hablando de la confesión.
anecdonet.com
Juan Ramón Domínguez Palacios / http://anecdotasypoesias.blogspot.com.es
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