miércoles, 3 de marzo de 2010

¡CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE!


Cuentan que un alpinista desesperado por conquistar el Aconcagua, inició su travesía despues de años de preparación. Pero quería la gloria para el solo, por lo tanto subió sin compañeros.

Empezó a subir y se fue haciendo más tarde y más tarde. No se preparó para acampar, sino que siguió subiendo decidió a llegar a la cima, hasta que se hizo la oscuridad.
La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña; ya no podía ver absolutamente nada. Todo era negro, visibilidad cero, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.

Subiendo por un acantilado, a solo 100 metros.. de la cima, resbaló y se desplomó por los aires... Caía a una velocidad vertiginosa solo podia ver veloces manchas mas oscuras, que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad...

Seguía cayendo... y en esos angustiosos momentos, le pasaron por su mente todos los gratos y no tan gratos momentos de su vida. Pensaba que iba a morir, sin embargo de repente sientió un tirón muy fuerte que casi lo partió en dos....Sí, como todo alpinista experimentado, habia clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura. Después de un momento de quietud suspendido por los aires, gritó con todas sus fuerzas: "AYÚDAME, DIOS MIO!!!"

De repente, una voz grave y profunda de los cielos le contestó: "¿QUÉ QUIERES QUE HAGA, HIJO MÍO?"
"Sálvame, Dios Mío".
"¿REALMENTE CREES QUE TE PUEDO SALVAR ?"
"Por supuesto, Señor"
"ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE..."
Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda y reflexionó.
Cuenta el equipo de rescate que el día siguiente encontraron colgado a un alpinista muerto, congelado, agarrado fuertemente con las manos a una cuerda..
A TAN SÓLO DOS METROS DEL SUELO...

La anécdota imaginaria puede invitar a la desconfianza en Dios, me comentaba un alumno, hace unos días, cuando se la conté. La historia está contada así para impresionar, le dije. La realidad es que tendemos a tener una excesiva confianza en nuestras fuerzas y a desconfiar de Dios cuando nos desbordan los acontecimientos. Reflexionemos sobre nuestra grandeza: somos hijos de Dios. Y recordemos las palabras del Señor:

«Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y todo el que busca, encuentra; y al que llama se le abrirá. O ¿quién hay entre vosotros, al que si su hijo pide un pan le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una culebra? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los Cielos dará cosas buenas a quienes le pidan?». (Mateo 7, 7-12)

2 comentarios:

  1. Esta actitud del alpinista es la que se experimenta muchas veces. ¿realmente nuestra confianza es ciega? Pedimos y dudadmos. Razonamos con nuestra mente y ponemos a Dios a nuestro nivel de esperanza. Cuando medito sobre ello es cuando descubro que mi fe ha envejecido y no está fresca. Los niños son los que mejor nos enseñan a confiar de verdad, por eso Dios escucha sus oraciones.

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  2. alguien sabe si hay algun documental sobre esta historia y como se llama?
    gracias y saludos

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