miércoles, 14 de julio de 2010

DE UNA INSCRIPCION FUNERARIA

          En la obra de F. Spirago, Catecismo en ejemplos, se narra que en un cementerio había un magnífico mausoleo en el que se podía leer: «Aquí yace N. N., que murió a los 90 años, pero no vivió más que tres». Alguien reparó en esas palabras, y, no entendiendo su sentido, tuvo la curiosidad de preguntárselo a los sepultureros. Así supo que se trataba de un hombre que vivió mal durante 87 años y sólo los últimos estuvo en amistad con Dios. Él mismo había querido tal inscripción en su tumba.

          Algo se parece a este hecho una anécdota de la predicación de San Josemaría Escrivá: «No se va de mi memoria una ocasión -ha transcurrido ya mucho tiempo- en la que fui a rezar a la Catedral de Valencia, y pasé delante de la sepultura del Venerable Ridaura. Me contaron entonces que a este sacerdote, cuando era muy viejo y le preguntaban: ¿cuántos años tiene usted?, él, muy convencido, respondía en valenciano: poquets, ¡poquitos!, los que llevo sirviendo a Dios» (Amigos de Dios, 3).

1 comentario:

  1. Gracias. Esta la contaré mañana mismo en Misa de nueve en la casa de las Hermanitas de los ancianos desamparados. Les parecerá estupenda a todos -como a mí- y rezaremos por usted.
    Un cordial saludo.

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