miércoles, 3 de agosto de 2011

COMPRAR CON NADA

      Aquí tenéis un bello canto a la generosidad

   Una mañana iba yo por la pedregosa carretera cuando, espada en mano, llegó el rey en su carroza.
-¡Me vendo!  -grité.
   El rey me cogió de la mano y me dijo:
-Soy poderoso, puedo comprarte.
   Pero nada le valió su poderío y se volvió sin mí en su carroza.

   Las casas estaban cerradas en el sol del mediodía y yo vagaba por el callejón retorcido cuando un viejo cargado con un saco de oro me salió al encuentro. Dudó un momento, y me dijo:
-Soy rico, puedo comprarte.
   Una a una ponderó sus monedas. Pero yo le volví la espalda y me fui.

   Anochecía y el seto del jardín estaba todo en flor. Una muchacha gentil apareció delante de mí, y me dijo:
-Te compro con mi sonrisa.
   Pero su sonrisa palideció y se borró en sus lágrimas. Y se volvió sola otra vez a la sombra.
   El sol relucía en la arena y las olas del mar rompían caprichosamente. Un niño estaba sentado en la playa jugando con las conchas. Levantó la cabeza y, como si me conociera, me dijo:
-Puedo comprarte con nada.
   Desde que hice este trato jugando, soy libre.

Rabindranath Tagore, Ofrenda lírica

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