lunes, 18 de agosto de 2014

Un recuerdo de infancia de Carlo

   
   Fue un elemento determinante de su vocación. Hoy es cardenal de la Iglesia católica. Lo cuenta él mismo, si bien no sabría decirte dónde lo leí o lo escuché. Cuando su padre llegaba a casa después del trabajo del campo, exhausto, rezaba el rosario con toda la familia en la cocina. Allí se cocía la pasta fresca, hecha por la madre durante el día, arte de toda familia italiana. 

   Mientras la madre batía los huevos y preparaba todo lo oportuno, los niños se agolpaban en la mesa, y se sorprendían al ver a su padre, cansado, de rodillas junto al hogar. La madre en los pucheros, como diría santa Teresa, y el padre en adoración. Todos rezaban el rosario.


   Así el pequeño Carlo comprendió que Dios es más fuerte incluso que su padre, y más tierno incluso que su madre. Así es la fe humilde. Y así debe ser nuestra fe y nuestra oración: arrodillada.

Fulgencio Espá

No hay comentarios:

Publicar un comentario