jueves, 29 de abril de 2010

EL SAPO Y EL AGUA

          En Castellano se llama huevón al que no tiene iniciativa y está atrapado por la pereza. En la cama tiene un pulpo que le abraza. Todo el hierro que ha tomado en su vida (lentejas etc.) lo tiene almacenado en el trasero... y el sillón delante de la TV es un poderoso imán. Una persona que ni pide permiso, ni pide perdón... simplemente su filosofía es retrasar: su ley es no tomar decisiones. El Señor Pérez-Oso le llaman en el barrio...
 
          Os ofrezco a continuación una bella imagen literaria: el sapo que está en agua caliente...

El sapo y el agua

          Un abogado amigo mío, Renato Pacca, me envía un texto interesante: varios estudios biológicos demuestran que un sapo colocado en un recipiente con el agua de su propia laguna, se queda inmóvil mientras estamos calentando el líquido. El sapo no reacciona al gradual aumento de la temperatura (cambios de ambiente) y muere cuando el agua hierve, hinchado y feliz.


          Por otro lado, otro sapo que dejemos caer en ese mismo recipiente con el agua ya hirviendo, saltará fuera inmediatamente. Medio chamuscado,¡pero vivo!

          En ocasiones, somos sapos hervidos. No nos damos cuenta de los cambios. Nos parece que todo marcha muy bien, o que lo que no anda bien va a pasar, que es sólo cuestión de tiempo. Estamos a punto de morir, pero nos quedamos flotando, estables y apáticos, en el agua que no deja de calentarse minuto a minuto. Acabamos muriendo, hinchaditos y felices, sin haber llegado a sentir los cambios que se producían a nuestro alrededor.

          Toda una invitación a la vigilancia, al examen de conciencia, para reaccionar ante la debilidad interior que nos acompaña y ante la presión del ambiente en el que vivimos, que nos adormece muchas veces. No viene mal repasar de cuando en cuando la parábola del trigo y la cizaña. Juan Pablo II solía comentar que en la sociedad actual hay muchos católicos dormidos. Urge despertarnos y ayudar a los demás a que salgan de su sueño.
 
ANECDONET

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