domingo, 18 de abril de 2010

RUTINAS


Me ha gustado esta anécdota de Enrique Monasterio y os la reproduzco

Hace ya muchos años, un famoso campeón del mundo de rallies, asistía a una tertulia con universitarios en las afueras de Madrid. Uno de aquellos chavales le preguntó:

—¿Qué se siente cuando vas a comenzar una carrera y están todos los coches a punto, con el motor en marcha en la línea de salida…?

El campeón le miró con cierta guasa, y respondió:

—Yo tengo la inmensa suerte de ganarme la vida con algo que me apasiona. Pero no te engañes; en el fondo, soy sólo un mecánico especializado. El 90 por ciento de mi trabajo es rutina: oír como suenan los motores, buscar soluciones, apretar tornillos… Gracias a eso, cuando llega el momento de la verdad puedo centrarme en la carrera. A ti te ocurrirá lo mismo: la profesión más absorbente del mundo se compone de un noventa por ciento de rutina y un diez por ciento de emoción.

Empezar una actividad, un proyecto nuevo suele ser emocionante. La rutina acaba imponiéndose poco a poco. Y no es malo, porque la persona humana es animal de costumbres. Y vivimos gracias a ellas. Lo mejor es adoptar la actitud de recomenzar cada día, viviendo en el presente, con la cabeza en el cielo y los pies en el suelo, en la realidad en la que vivimos. Os recuerdo el precioso consejo de San Josemaría:

«Nunc coepi!» -¡ahora comienzo!: es el grito del alma enamorada que, en cada instante, tanto si ha sido fiel como si le ha faltado generosidad, renueva su deseo de servir -¡de amar!- con lealtad enteriza a nuestro Dios. (Surco n. 161)

No hay comentarios:

Publicar un comentario