martes, 12 de abril de 2011

¡ABUELO, NO TE CANSES!


   Japón están demostrando que es un pueblo de grandes virtudes del que Occidente tiene muchas cosas que aprender.

   Me acaba de llegar un relato que tiene como protagonista a un señor llamado Hashimoto San. Tiene 61 años y trabajaba como capataz en una empresa de construcción.

   Desde el terremoto, se encuentra al frente de un grupo de trabajadores que tienen como misión limpiar de escombros la ciudad en la que vivían. No es un hombre muy sentimental pero ahora se le saltan las lágrimas, sobre todo, cada vez que encuentra el cadáver de un amigo o conocido.

   Ha perdido todos sus enseres por lo que duerme en el coche. Al parecer, su consuelo es el vídeo que le llega todas las noches, por el móvil, de su nieto de cinco años, diciéndole: “abuelo, no te canses. Mucho ánimo”.

   Hace unos días, al piquete de salvamento apenas les quedaba combustible para seguir las operaciones de rescate. Y fue a pedir ayuda. Cuando se dirigía a las autoridades para solicitar más carburante se encontró con un montón de barriles en un campo, que habían sido arrastrados por el tsunami desde una base militar.

   Sin dudarlo un instante, pidió permiso a las autoridades militares para utilizar ese combustible. No lo hizo por temor a represalias. En Japón existe un arraigado sentido de la honestidad, que impide utilizar algo ajeno sin permiso de su dueño. Incluso, en medio de los mayores apuros.
Con el visto bueno de los soldados, su grupo de trabajo pudo seguir empleándose a fondo mientras esperaban a que les enviaran más gasolina.

JAVIER FUMERO
EL CONFIDENCIAL DIGITAL

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