martes, 26 de abril de 2011

ATRAPADOS EN LA COCINA


Tsunami. Japón
   Pasan los días y Japón parece haber desaparecido de la agenda informativa. Los medios ya no hablan de lo que está pasando allí. La central de Fukushima no ofrece novedades dignas de mención y las referencias son cada vez menores. Sin embargo, el pueblo japonés está inmerso en una tarea abrumadora: levantar un país semi-derruido. En ello están.

   Mientras tanto, siguen llegando historias sobrecogedoras que permiten dibujar el carácter de este pueblo admirable. Es el caso de Jin Abe, un chico de 16 años, y de su abuela octogenaria, sacados hace unas semanas de entre los escombros. Estaban en la cocina de su casa cuando les barrió el tsunami. Quedaron atrapados allí, entre la mesa y el frigorífico.

   El chico pudo hablar con su padre por el móvil menos de un minuto para comunicarle que estaban vivos. El padre, Akira, hizo lo indecible para llegar a la casa pero cuando llegó… se encontró con que había desaparecido. No estaba. A su alrededor todo eran ruinas, escombros pero ni rastro de su hogar.

Convencido de que su hijo vivía, pidió a la policía que hicieran un esfuerzo por encontrarlo. Dieron con él a los nueve días. La casa había sido arrastrada unos cien metros y estaba sepultada. Jin, al oír las voces de los policías hizo un esfuerzo y se asomó al tejado. Cuando logró contactar con el equipo de rescate, lo primero que pidió fue que sacaran a su abuela.

Habían logrado sobrevivir gracias a que el frigorífico lo tenían a mano. Pasaron aquellas duras jornadas aprisionados por los cascotes y a base de Coca-Cola y yogurt. A los tres días de cautiverio, Jin consiguió penetrar en la habitación de al lado y encontrar unas mantas secas con las que arroparse.
Su padre está orgulloso porque había hecho honor a su nombre: ‘Jin’ significa “al que se le confía algo o alguien” y él cuido de su abuela hasta que pudieron encontrarlos.

JAVIER FUMERO
EL CONFIDENCIAL DIGITAL

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