Cambises |
Al poderoso puede asaltarle la tentación de avasallar al débil, aprovechando la situación de superioridad, y sin miramiento ni respeto hacia la dignidad de la persona. Afortunadamente los regímenes democraticos establecidos en la mayoría de los países civilizados facilitan los medios a los ciudadanos para impedir el totalitarismo de sus gobernantes. Esta historia de la antigüedad ilustra hasta donde llega la vanidad y la tiranía de algunos gobernantes. Se refiere a Cambises.
Gustaba a Cambises de Persia, hijo del gran Ciro, preguntar a su favorito Presaspes qué pensaban de él sus súbditos. El interrogado olvidó lo poco que suele agradar a los poderosos que se les diga la verdad, aunque aparenten desearlo, y no tuvo inconveniente en declararle:
-Te censuran que te entregas demasiado al vino.
Cambises respondió:
-¿Presumen que por eso pierdo la razón? Tú mismo vas a juzgar que no es así.
Se bebió varias copas y mandó traer al hijo del favorito, colocándolo en un extremo de la sala. Tomó un arco y una flecha, apuntó al corazón del muchacho y disparó. El infeliz cayó en tierra atravesado. Le abrieron el pecho y se comprobó que la flecha estaba clavada en el mismo corazón. Entonces preguntó con aire de triunfo:
-¿Qué, me ha temblado el pulso?
El pobre cortesano no tuvo más remedio que responder, adulador:
-Ni el mismo Apolo habría tenido ojo más certero.
Cfr. V. Vega, Diccionario ilustrado de frases célebres
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