jueves, 21 de julio de 2011

Un relato sobre timidez y simplicidad

   Christine se asombra de lo fácil que le resulta de pronto la conversación. Algo se estremece bajo su piel. ¿Quién soy yo de hecho, que me está pasando? ¿Por qué puedo hacer de pronto todo esto? ¿Con qué soltura me muevo, y eso que siempre me decían que era rígida y patosa? Y con qué soltura hablo, y supongo que no digo ninguna ingenuidad, porque este caballero tan importante me escucha con benevolencia.

   ¿Me habrá cambiado el vestido, el mundo, o lo llevaba todo dentro y sólo carecía de valor, sólo estaba siempre demasiado atemorizada? Mi madre me lo decía. A lo mejor no es todo tan difícil, a lo mejor la vida es infinitamente más ligera de lo que creía, sólo hay que tener arrojo, sentirse y percibirse a sí misma, y la fuerza acude entonces de cielos insospechados. (Stefan Zweig, "La embriaguez de la metamorfosis")
Anecdonet: AQUÍ

   Al leer este fragmento de Zweig recordaba las palabras de San Josemaría, que nos pueden animar a todos a seguir adelante:  

 He leído un proverbio muy popular en algunos países: "el mundo es de Dios, pero Dios lo alquila a los valientes", y me ha hecho reflexionar.
–¿A qué esperas? (Surco 99)
 No lo olvidemos: en el cumplimiento de la Voluntad divina, las dificultades se pasan por encima..., o por debajo..., o de largo. Pero..., ¡se pasan! (Surco 106)

 
  

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