sábado, 18 de junio de 2011

Dos niños de 84 y 86 años

Recojo el testimonio de Julia referente a sus padres. El relato de su vida podéis leerlo en el enlace.

   Me llamo Julia Villanueva, soy farmacéutica Creo que soy una persona muy corriente, que recibió buena formación cristiana, que de pequeña vivió una vida feliz, y que ha sido testigo de la entrega constante de sus padres para formar a sus hijos. Soy numeraria del Opus Dei.
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    Ahora que estoy totalmente integrada en la farmacia, que trabajo sin parar, Dios me pide que deje mi cómoda vida, y me "enrede" cuidando a mis padres, que son mayores y no se pueden valer del todo por sí mismos.


    ¿No es desconcertante? ¿No debería tener disponibilidad plena para la Obra y sus labores apostólicas? ¿No he recibido formación para ello? Sí, pero Dios va preparando las cosas para que nosotros decidamos consciente y libremente lo que debemos hacer.

    Con la gracia de Dios y la ayuda que me han ofrecido en la Obra, yo he decidido dedicar mi tiempo libre a lo que ellos necesiten, y hasta que ellos lo necesiten. No pierdo por ello mi identidad: soy la misma, tan numeraria como cualquier otra, aunque prácticamente viva en el trabajo, y me dedique a mis padres. Dios me lo ha pedido a mí. Un primo mío a esto le llama "destino", yo veo en ello una providencia paternal de Dios, y me parece que gano mucho con esta apreciación.

    He experimentado por esta circunstancia una especial maduración interior, una transformación de mis aspiraciones personales en una entrega real, y "a pie de calle", como dicen los periodistas; y sé que, si lo hago bien, con ello me ganaré el cielo, porque además de vivir las obras de misericordia que nos enseñó el Señor, vivo la justicia, soy más generosa, más recia, crezco en el amor -aprendo a amar- y agrado a Dios. ¿No es para estar muy contenta?


Siempre he sido una persona alegre, simpática. Ahora, que voy haciéndome mayor y a mi edad la gente se va volviendo más seria, yo me he encontrado con dos "niños" de 84 y 86 años, que me hacen ser mejor persona; estoy segura de que cara a Dios y cara a la Obra me estoy entrenando para servir mejor. Esto me llena de alegría, aunque corra mucho más que antes, y aunque tenga que luchar por no perder nunca el buen humor.

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