viernes, 17 de junio de 2011

YA NO ENGAÑABA

Talleyrand

   Algunos dijeron con ironía: "Después de engañar a todo el mundo, ha querido terminar engañando a Dios". Hablaban de Talleyrand y su muerte.

   Charles-Maurice Talleyrand-Périgord, más conocido por Talleyrand a secas, fue hombre de ambición insaciable. Amigo del placer de vivir, del dinero, de la buena mesa, del juego, del amor, diplomático y político incombustible... Perteneciente a una familia noble, es destinado por sus progenitores a la carrera eclesiástica sin que él sienta ninguna inclinación por ella. Pero acepta el sacerdocio y alcanza el episcopado. Luego acaba por apostatar y por abandonar la práctica religiosa. Pío VI lo excomulga en marzo de 1791.

   A los ochenta y cinco años le llega la muerte y quiere ponerse en paz con Dios; por ello se retracta de las ofensas causadas a la Iglesia. Le sucede, como a tantos, que en ese momento supremo ven la vida de otra manera y la valoran con arreglo a criterios que ya no pueden ser de mundana ambición, sino con realismo. Por ello, no parece aceptable la ironía de los que hablaban de que había querido engañar también a Dios. A esas alturas, ya no.

Cfr. VV. AA., Forjadores del mundo contemporáneo

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