Rosa Cruz ha padecido una enfermedad y, como consecuencia, ha perdido sus manos y sus pies. Sorprende, sin embargo, la alegría contagiosa con que vive.Su testimonio ayuda a comprender el valor del dolor, del sufrimiento y de la cruz cuando uno está cerca de Jesucristo. Entonces empieza a comprenderse que todo eso es un tesoro. Os invito a que veais este testimonio extraordinario.
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