sábado, 19 de febrero de 2011

“En Kazajstán se sale adelante con el apostolado de cada uno”

   Cristian Lamberti es argentino y vive desde 1997 en Almaty, Kazajstán. Allí trabaja como profesor de español en las universidades Kazajo Americana y Sainar.

Opus Dei - Cristian, primero desde la derecha, con dos amigos.
Cristian, primero desde la derecha, con dos amigos.
    Cristián estudio estudió en el colegio Manuel Belgrano, de los Hermanos Maristas, en el barrio de Belgrano de la Ciudad de Buenos Aires, y se graduó de ingeniero en Producción Agropecuaria en la Universidad Católica Argentina (UCA).

    Comenzó su tarea profesional en un establecimiento agropecuario en Guaminí, provincia de Buenos Aires. Luego trabajó nueve años en centros de formación rural en Saladillo y General Rodríguez, antes de cambiar de continente para poner el hombro en la incipiente labor del Opus Dei en Kazajstán, lugar en el que la Obra comenzó su apostolado por pedido del Papa Juan Pablo II.

¿Cómo es ser católico e intentar sembrar la semilla de la fe en esa sociedad?
Es importante aclarar que Kazajstán es un país que ha estado bajo la órbita soviética durante casi 70 años y eso ha dejado unas huellas muy profundas en la sociedad. Es muy grande, a mi entender, el número de personas que no se hacen ningún tipo de planteamiento religioso existencial. Simplemente Dios no cuenta en sus vidas. Y esto vale tanto para la población rusa, que sigue siendo muy numerosa, como para la población kazaja originaria.

Opus Dei - Con el grupo de tenis, el verano pasado
Con el grupo de tenis, el verano pasado
    Algo positivo es la libertad religiosa que se respira aquí. Nunca he sentido la más mínima actitud de desprecio o de falta de respeto por el hecho de ser católico. Más bien, diría lo contrario: son constantes las muestras de respeto y de afecto. Puedo decir que tengo una relación muy abierta y franca con mis amigos. Ellos, obviamente, se sorprenden mucho con la vocación de un numerario: es algo que les cuesta entender. Pero son varios los que, a su modo, se han empezado a hacer un replanteamiento de sus vidas. Algunos han empezado a rezar, a vivir su fe (siendo musulmanes u ortodoxos); otros se han convertido al catolicismo y otros están en un proceso de conversión. Si bien la gran mayoría de la población no practica la religión, por una cuestión de tradición les cuesta aceptar la conversión de un kazajo a otra religión.
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