viernes, 4 de mayo de 2018

El último deseo de Benjamín

La vida y la muerte se citan en la misma sala de cuidados paliativos donde un enfermo terminal sostiene a su nieta recién nacida. La historia de Benjamín y Daniela es un idilio que comenzó desde la gestación de la segunda. 

La noticia de que él estaba muriendo llegó cuando Verónica, la hija pequeña de Benjamín, supo que una niña venía en camino. 

Benjamín ha cumplido su último deseo, conocer a su nieta, en el Hospital Centro de Cuidados La Laguna de Madrid, donde todos los días son una aventura. Y un milagro. Lo sabe bien el psicólogo Alonso García de la Puente, trabajador de Obra Social La Caixa, que reivindica que en las unidades de cuidados paliativos se trabaja para insuflar calidad de vida al último aliento de los pacientes.

«Esta es la dignidad de la muerte; trabajar para que vivan hasta el final y cierren bien su último capítulo», afirma. La voluntad de Benjamín era más férrea que la voracidad de su cáncer de pulmón, metastatizado y en fase terminal. Los facultativos llevan tiempo diciendo que le queda apenas un respiro. No lo ocultan ni él –plenamente consciente de «lo que tiene»–, ni su familia. Pero él tenía una aspiración: remontar vuelo hasta que besase a Daniela, la primogénita de su benjamina, Verónica. 

Pidió una prórroga al árbitro y se la han concedido. La llegada de Daniela se ha adelantado unos días como si fuera sabedora de que afuera esperaba su abuelo. Benjamín se deshace en carantoñas cuando la ve entrar por la puerta, en un carro envuelto en globos. Isabel, la mujer del paciente, está «triste y encantada». 

Es la mezcla de sensaciones que tienen todos desde hace un año. «Lo he visto tan emocionado que es como si se hubiese recuperado por un momento», dice. «Pocas veces he visto la vida y la muerte convivir tan de cerca en la misma habitación», afirma una trabajadora del hospital. Los ojos se deshacen en llanto desconsolado. Y Verónica está radiante: a los dos días de nacer su hija ha trocado el paritorio del Hospital de Alcorcón por camas de enfermos terminales. «Todo tiene su tiempo. 

Es ley de vida», acierta a decir Daniel, padre de Daniela. Tras el «mágico» momento protagonizado por abuelo y nieta, el psicólogo aconseja que estos enfermos no emprendan la obra de «leer un libro o escoger una serie que enganche», porque desesperan ante la opción de no terminarlo. Recomienda repasar la melancolía y diversión de los álbumes de fotos. O cumplir un sueño, como ha logrado Benjamín, en los estertores de una vida.

abc.es
Juan Ramón Domínguez Palacios / http://anecdotasypoesias.blogspot.com.es

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