Catorce grietas por las que manan ríos de lava mantienen en vilo a la población de Hawái sin que los científicos acierten a determinar cuándo cesará la última e impresionante erupción del volcán Kilauea, uno de los más activos del mundo, que ha pasado de ser un atractivo turístico más de la isla cuando solo humea a convertirse en una amenaza gigantesca.
Aunque la actividad ha aminorado en las doce primeras grietas generadas, en las últimas horas se han abierto dos más, según el Observatorio federal, que recordó que el peligro no es solo el riesgo de incendio sino también los gases asociados, como el dióxido de azufre. «El flujo de lava es impredecible. Es difícil determinar en qué dirección irá. Comienza y se detiene a capricho. Esa es la incertidumbre que los residentes encaran», apuntó David Ige, gobernador del estado.
Más de 1.700 personas han tenido que ser evacuadas desde que el volcán entrara en erupción hace casi una semana. Aún no saben cuándo podrán regresar a sus hogares. El número de domicilios destruidos, devorados literalmente por ese río candente, llega a la treintena. Por si fuera poca inquietud, las erupciones van acompañadas de temblores de tierra de una magnitud de hasta 6,9 en la escala abierta de Richter. El Kilauea tiene a los hawaianos en ascuas.
abc.es
Juan Ramón Domínguez Palacios
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