viernes, 25 de mayo de 2018

Jaulas digitales en un aeropuerto neoyorquino

Un viajero entrando en la cabina llamada Jabbrrbox
La Guardia, tercer aeródromo de Nueva York, sorprende a los viajeros con extrañas cabinas para trabajar. Pasear por el aeropuerto LaGuardia es un viaje en el tiempo. Las terminales están desfasadas, con pasillos estrechos y de techos bajos, alfombras descoloridas, mobiliario anticuado... 

 Desde hace algunas semanas, su terminal B tiene unas extrañas cabinas blancas. Alineadas en uno de los pasillos, con pantallas táctiles en las puertas, su nombre es todavía más bizarro que su apariencia: Jabbrrbox. Son, según sus creadores, «ecosistemas de espacios privados bajo demanda». 

 Siempre conectados
 La idea es ofrecer al viajero de negocios un microespacio de trabajo sin distracciones: aislado del ruido de la terminal, sin el ir y venir de pasajeros, con conexión rápida y fiable a internet. 

Y concede algunas comodidades: hay varias tonalidades de luz, suficiente espacio para albergar la maleta de mano, cargadores USB y una pantalla táctil donde comprobar si su vuelo va en hora (y, de paso, sacarse un selfie). Su precio es de 10 dólares por 15 minutos, 30 dólares por una hora. Exagerado para algunos. Una ganga, dirán quienes requieran tranquilidad. Sus creadores son Brian Hackathorn y Jeremy Jennings. 

Al primero se le ocurrió el invento un día que se encontraba en pleno Manhattan, lejos de su oficina. Dos fenómenos hacen que cada vez sea más difícil encontrar privacidad en el ámbito laboral: la tecnología nos ha hecho más móviles, pues el teléfono, el portátil y la conexión casi ubicua a internet nos permiten trabajar en cualquier lado; al mismo tiempo, los espacios de trabajo son cada vez más abiertos: adiós a los despachos y a los cubículos. Su idea es repartir estos «minioasis» laborales cerca de grandes oficinas y en lugares de transportes. 

La Guardia es el primer paso del experimento. De momento, los viajeros miran a los trabajadores en sus cabinas como a monos enjaulados (la compañía se plantea poner otro tipo de cristales o cortinas), pero el aeropuerto guarda otra sorpresa al salir de la terminal: un agente de seguridad robótico. Tiene el nombre de Knightscope K5 y se parece a R2D2, de «La guerra de las galaxias». Se desliza por la acera de la terminal, graba vídeos con sus cuatro cámaras, registra sonidos, interacciona con los viajeros… Nadie sabe muy bien para qué sirve, pero un delicioso artículo de «The New York Post» asegura que el robot ha sido manipulado para que incomode a varias trabajadoras del aeropuerto. El futuro ha llegado y lo ha hecho en un escenario sacado de «¡Aterriza como puedas!»

abc.esJuan Ramón Domínguez Palacios / http://anecdotasypoesias.blogspot.com.es


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